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11 de octubre de 2015

SOBRE DESCAFILADOS, ALDEAS Y MANERAS DE BAJARSE DEL MUNDO

 El proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, apoyado en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, se llama globalización.
Es la aldea global que soñó el sociólogo canadiense Marshall McLuhan en los sesenta.
Quienes vivimos el final de la era industrial y el nacimiento de la era electrónica, no lo hemos comprendido cabalmente o no nos indicaron adecuadamente sus deficiencias y hoy comenzamos a percibir y señalar los "daños colaterales".
Los procesos de transculturización y la sobrevaloración de lo material por sobre lo social y moral son algunos de ellos. La psico dependencia de las redes sociales y el engañoso fenómeno de la realidad virtual es otro.
No obstante, el gigantesco rebaño de exacerbados consumidores y seguidores del discurso único, los adoradoradores de Sprayet y del Llame Ya, tiene sus fallas.
El pensamiento emergente, el intelectual marginal y los ghetos y aldeas autosustentables son la respuesta inevitable.
Hay mucha gente bajándose del mundo en este preciso momento....
Lo que sigue es una reflexión existencialista empleando una metáfora contemporánea que trata de explicar algunas cosas de los artistas y de los locos lindos de la sociedad  frente a este fenómeno universal de la globalización y del discurso único.
Arbitrariamente la llamé la teoría del descafilado. Cáfila es, según el DIRAE, un “conjunto o multitud de gentes, animales o cosas, especialmente las que están en movimiento y van unas tras otras”. Una cáfila, sería una especie de rebaño.
Entiendo al descafilado como el que no está en la fila, el que no está arrebañado.Dice asi:

DESCAFILADO
Este deambular entre la eternidad y el infinito al que no sé por qué, llamamos vida, a mí se me antoja más bien una loca carrera a ninguna parte.
Ese camino que va desde el milagro de la concepción hasta el misterio de la noche eterna, que está poblado de rectos procederes, de profundos baches de tristeza, señalizado por carteles de sueños e ilusiones, aparatosamente alumbrado con luminarias de ejemplos, frecuentemente mantenidos por operarias alegrías, desmalezados y emprolijados por nuestras propias habilidades.
Hay atajos, pero son bastante caros: Al precio de la dignidad, por ejemplo, se puede acortar unos kilómetros para llegar a las gasolineras  y repostar gratis y a costa de los demás.
La mayoría de ellos, de los atajos digo, son de tierra, de modo que es fácil quedarse empantanados en algunos de sus accidentes, drogas, alcohol y demás.
Hay bifurcaciones, algunas son tan cómodas y seguras (o incomodas e inseguras), como la pista principal. Otras son apenas caminos secundarios.
Las Estaciones de Servicio están a todo lo largo del recorrido. Como es de manual, las hay buenas y malas. De distintas marcas y especialidades las hay.
La Familia es una de las más grandes. Otra cadena que se las trae es El Amor.
Hay conductores que se suelen divertir rompiendo reglas pero no tienen la valentía de tomar los atajos ni las vías alternativas, y allí van, en el montón, pero jodiendo el tránsito.
A veces van por las banquinas, a los bandazos, pero los encargados de dirigir el tránsito en seguida los ponen de nuevo en la carretera.
Hay también quienes no sobrepasan nunca de la velocidad máxima, no pasan ningún semáforo en rojo, llevan la documentación en regla, no conducen si tomaron un café. Su pasión es estar en el montón. No quieren molestar, se la pasan haciendo señas de luces, pidiendo permiso para todo.
Por lo general están siempre vestidos de gris.
Algunos toman las colectoras: Suelen ser los originales, los artistas, los locos, los alegres, los que tienen la necesidad de ser distintos y marchar a ritmos diferentes sin importar demasiado la velocidad mientras sienta el vértigo de la marcha, en viento en la cara, el nuevo asombro de cada rincón.
Con ellos quiero ir. Con los descafilados
Los Descafilados creo, son esas personas  impares, únicas, excepcionales, singulares, raras, desusadas, sobresalientes, sin par, incomparables, marginales…
Son esas gentes que circulan por la vida despojados de tibieza; valientes; haciendo de la vida, no un regalo, no una dadiva, no un padecimiento, sino un merecimiento;  ejerciéndola.
Ni temerarios ni timoratos, pero si, sensorialmente desmesurados, exuberantes, a veces arrolladores, un poco soberbios, un poco arrogantes, un poco vanidosos, y a la vez dadores, nutrientes, acogedores, imposibles de arrebañar.
No se dejan anestesiar por el sistema, del cual reniegan, pero con el que a pesar de todo conviven, le aprenden los códigos para no desbarrancarse.
Son los que quedan fuera del corral, los que no se juntan con los domaos a palenque. Son guascas sobadas a dientes y por lo mismo, inobjetables.
Son outsiders, marginales, a veces también exceptuados de la sociedad, pero no son disfuncionales.
No son excluidos ni segregados ni discriminados, por nadie
Ellos, por propia vocación a veces se excluyen, se segregan, se discriminan y no se autoflagelan por eso.
Eligen vivir una vida a contracorriente, especialmente desde que se dan cuenta de quienes son los que ponen los carteles indicadores del sentido de  marcha.
Son los sublimes creadores de la originalidad; son los artistas, los valientes, los tristes, o los locos de la fábula dolinesca.
No son escribas ni repetidores de nadie, no siguen a nadie, no le deben nada a nadie y por lo tanto son los más fervientes defensores del libre albedrio, entendido como el ejercicio pleno de la porción de libertad que les toca, sin cuestionar demasiado si es poca o mucha, ni se plantean los dilemas éticos de John Stuart Mill; saben intuitivamente que la libertad está sustentada en la desigualdad  de la que sospechan que es su condición esencial, que en la variedad, en lo diferencial del hombre radica su sujeto que es el individuo concreto e inintercambiable.
Son los ratones de quien se robó mi queso.
Son los que le dan colorido a las sociedades, por que los demás  tienden a vivir en escalas de grises, así como los pobres son los que le dan personalidad a los pueblos, por que los ricos son iguales en todo el mundo.
No es fácil ser descafilado.
Además no se hace, se nace, se es.
Esa característica, esa condición está clavada en el alma, soldada a la identidad, al temperamento. No cualquiera puede serlo.
Y no son todos iguales - válgame Dios - aunque podría uno con algún esfuerzo, si acaso sirva para algo, clasificarlos en determinadas categorías, según disfruten o no de ella, lo cual por arbitraria y antojadiza, tira la pelota a los patios de los psicólogos y analistas de la conducta social.
Están los descafilados auténticos, que a esta altura ya no necesitan descripción alguna.
Pero están también los que quieren ser descafilados y no lo son. Se tiñen con tintura, pero destiñen, se decoloran, se repintan un par de veces y finalmente vuelven al rebaño.
La  rebeldía snob se les manifiesta tempranamente, lo asimilan a una moda y terminan  frustrados en el mismo montón del que salieron, pero por lo menos se atrevieron a mirarlo en perspectiva, aunque sin verlo
Están los descafilados que no quieren ser descafilados. Viven su eterno conflicto con la sociedad que no los contiene pero a la que no se atreven a renunciar.
Las poderosas zonas de confort, los mandatos y las dosis de anestesia actúan logrando la ensoñación de con un puñado de arena tapar un volcán.
Modestos poetas intramuros, críticos en exceso, preocupados pero no ocupados.
Son los “medio pelo” de Jauretche, son los “mediocres” de Ingenieros, son los Hem y Haw de Spencer Johnson.
Acaso exista una cuarta categoría todavía que incluye a los provocadores.
No se sabe muy bien si son descafilados o no.
Viven peleándose con la sociedad, que los disciplina, los castiga y arremeten y arremeten.
Uno a veces quiere pensar que desean rescatar la humanidad toda.
Y de pronto se descubre que  solo se trata de un arrebañado en campaña disputando el puesto para poner las flechas, porque cuando llegan se arrebañan.
Claro. No es lo mismo circular que dirigir el tráfico.

Y CUANDO SE JUNTAN CREAN ALDEAS

Porque ante la globalización, la supremacía del discurso único, urgente y consumista, el agotamiento de los recursos y los fenómenos de cambio climático global, la violencia social producto de la creciente desigualdad y la anarquización son rumbos enteramente  previsibles.
Y no se en que orden, porque ambos se reciclan y autopotencian recíprocamente.
Como contrapartida, los ghetos, las micromunidades, la aldeización de la sociedad y del pensamiento, también eran respuestas previsibles.
Ya lo dijeron otros: Los excesos racionales terminan siendo neutralizados por abrumadoras reacciones pasionales, o, dicho de otra forma, las desmesuradas gestas racionalistas terminan siendo abolidas por rebeliones románticas.
El hombre termina saliéndose del sistema. Bajarse del mundo, hoy, ya es una realidad inobjetable, pero hay mucho que explicar y entender. Lo concreto es que los movimientos emergentes comienzan a aparecer doquier se mire y conceptos como ecoaldeas, bioconstrucción, neoruralismo, sistema autosustentable, agricultura biodinámica, tecnología intuitiva, están tomando cada día mas fuerza y comienzan a exigir espacios físicos donde desarrollarse.
Estos nuevos marginales, los descafilados, los autosuficientes, los que no están en las filas, "emergen" con una fuerte vocación ecológica y ávidos de una vida menos compleja y equilibrada y en armonía con el medio ambiente, pero se encuentran con que no han recibido ninguna o casi ninguna formación medioambiental. Mas bien fueron arreciados por los mandatos del mercado, forjados a fuego en las fraguas de la oferta y la demanda, del liberalismo y neoliberalismo, de la libre competencia, de la economía acumulativa, de la supervivencia del mas fuerte, en el “si no estás en los medios, no existís.
Pero la necesidad de barajar y dar de nuevo es potente y es un perro del que es difícil soltarse una vez que mordió.
Entonces le preguntan al abuelo, que todavía se acuerda cuando la leche se vendía en jarra, sarandean esos conocimientos en los cernidores de algunas universidades visionarias que hacen algunas investigaciones al respecto y se zambullen en workshop, talleres, y cuantas experiencia aparezca por alli, en búsqueda del conocimiento técnico empírico con el que intuyen van a sobrevivir en el futuro: La llaman tecnología intuitiva. Es puro sentido común.
Así aparecen una casa autosustentable, construida con residuos reciclados por un ... ama de casa! Ella solita. Una mujer, visionaria y decidida como siempre son las mujeres libres, dijo: ¡Ma sí. Yo también puedo sola!.Y a jugar con tierra. Literalmente. Y el efecto cascada o domino se desbarranca. Yo lo vengo diciendo desde hace rato: Pone una rosa en tu ventana que la cuadra florecerá sola.
Cada quien desarrolla lo suyo, con lo que tiene a mano, en su propia comunidad o en su lugar de origen.
Como era en un principio.
Cada uno tiene su propia receta para construir con Cob o Cordwood, Quincha o Green Roof.
Cada uno se ingenia para llevar adelante sus diseños permaculturales.
Se nuclean, se organizan, se pasan información. No se regatea ni esconde nada: Si tengo información, la podes usar. Si la tenes vos, yo también dispongo de ella.
Ese concepto, esa práctica de la solidaridad marca redondamente la diferencia.
El gran ausente, como siempre en estos fenómenos sociales autónomos y saludables, es el Estado.
El "Sistema" anda por allí, detrás de otras  prioridades.
Habría que anoticiarlo para que vaya previendo el debate que se viene.
La creación de la figura jurídica y social de la Eco Aldea bajo parámetros urbanísticos cien por cien ecológicos, sostenibles, autosuficientes y autogobernado, será una necesidad en el corto plazo.
Los diversos factores y variables como las superficies, las técnicas de bioconstrucción aceptadas, los diseños de permacultura tolerables, servicios mínimos, régimen jurídico y de propiedad comunitaria, deben ser de alguna manera reglados tal y como ya se realiza con los campings rurales en suelo rústico no urbanizable
Esto es nuevo, debatible, hay que encontrarle la vuelta, claro que si. Pero también, este seguro de esta verdad: Hay un permacultor en potencia en cada niño. La contracara es un dealer en la 1:11.14.


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