Bienvenidos

Aquí hay un poco de todo. No será un lugar demasiado original ni distinto, pero acaso si lo suficientemente entretenido como para que tengan ganas de volver.

17 de octubre de 2015

CONCHUDOS CONOCIMIENTOS

Todo empezó con la palabra "conchudos".
En una tarde gris y de ginebra, discutíamos o acaso solo parloteábamos, acerca de vaya uno a saber que tema, hasta que le dije a uno de mis contertulios:
“A ver, ilústrame con tus conchudos conocimientos”
El requerido, sospechando un agravio se paró en son de pendencia, reclamando airadamente por el insulto. No serían ajenos a la vehemencia del protesto los generosos vapores del enebro, que a esa altura ya reclamaba camorra.
El hecho terminó suavemente, disuelto en la certeza del DIRAE que presto pelé, cuando los ánimos ya estaban caldeados y la cosa parecía salirse de madre.
A voz de cuello reclamé que lo dije en la forma 5 y lo leí en voz alta:

conchudo, da.
1. adj. Dicho de un animal: Cubierto de conchas.
2. adj. coloq. Am. Sinvergüenza, caradura.
3. adj. coloq. Col. indolente (‖ que no se afecta o conmueve).
4. adj. C. Rica. tosco (‖ grosero).
5. adj. coloq. desus. Astuto, cauteloso, sagaz.

De allí me quedó eso de leer bien las palabras. Creo honestamente que no hay que tenerles miedo. No son buenas ni malas.
Son.
Están.
Comunican.
Dicen cosas.
Malo eventualmente puede ser el uso que de ellas se hace y malas las intenciones con las que se las usa.
En el taller nos pusimos de destripar algunas, solo para sentirlas gritar mientras las carneabamos.
Fue curioso, pues mientras mas nos adentrábamos a lo profundo de cada una de ellas, mas lejos del objetivo parecía que estábamos.
Es que así es el complejo universo de las palabras.
No hace falta ser un profesional, un profesor, un gran lingüista para familiarizarse o enemistarse con ellas.
De lo que estoy seguro es que lo que si hace falta, es amarlas.
Si no las amas no vale la pena.
Y para amarlas hay que conocerlas.
Y nadie (relamido versillo con tufo a campaña politicosa) ama lo que no conoce.


A esta altura me asalta Octavio Paz desde en su poema:

"LAS PALABRAS"
Dales la vuelta,
cógelas del rabo
(chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
poeta, haz que se traguen todas sus palabras.

Y el viejo José Saramago, que por el otro oído me grita:

"Tome las palabras, péselas, mézalas, vea la manera como se unen, lo que expresan, descifre el airecillo bellaco con que dicen una cosa por otra y venga a decirme si no se siente mejor después de haberlas desollado.
A las palabras hay que arrancarles la piel.
No hay otra manera para entender de qué están hechas."


Y  también Tomás Juárez Beltrán, un cordobés especializado en cuentos cortos refuerza la basa:

"A mi manera de ver, escribir cuentos es como tallar esculturas: cada página debe ser cincelada renglón por reglón, hoja por hoja.
Por su brevedad deben trasmitir con fluidez: emociones, sentimientos, sensaciones, suspenso; y sobretodo, mantener ritmos agradables de lectura. Me agradan los que con dos o tres pinceladas te introducen a una situación y te mantienen en vilo hasta su desenlace, también por su frescura y naturalidad, la economía de palabras y los finales inesperados.
Los rebusques y la ostentación literaria no son buenos, distraen al lector.
El cuidado del lenguaje es importante pero es imprescindible llamar a las cosas por su nombre. “Hay palabras que son irremplazables: mierda es mierda” dijo Fontanarrosa en Rosario y sacudió a la Academia.
No es lo mismo decir ‘mala persona’ en lugar de soretudo, ‘sonso’ como sinónimo de huevón, o ‘mal parido’ en vez de hijo de puta; si la historia lo amerita es necesario usarlas.
Narrar con refinamiento intelectual sobre la humedad del agua o la blancura de la nieve no tiene sentido.
A veces veo con cierta pena que algunos escritores están más interesados en lucir su erudición que en conmover al lector”
Ni mas ni menos.
* DIRAE. Diccionario de la Real Academia Española

No hay comentarios:

Publicar un comentario