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Aquí hay un poco de todo. No será un lugar demasiado original ni distinto, pero acaso si lo suficientemente entretenido como para que tengan ganas de volver.

21 de agosto de 2016

Dos textos de Emilio Sachitella con motivo del dia de San Martin

Viejas leyendas del taragui y un Libertador.

Lejos de mi intención ofender la memoria de quien fue un grande y además el padre de la Patria, lo que hago es solo especular sobre algunas leyendas pasadas de boca en boca y que por allí algunos “trasnochados historiadores” tomaron como posible (Hugo Chumbita, Emilio Castello, Reyes Abadie, etc) Pero pensemos que si todo los que luego escribiré es verdad, nada le quita, tal vez lo agrega aún más grandeza.
Allá por cerca del 1774 estaban establecidos en Yapeyu el Capitán español Juan de San Martin y su esposa Doña Gregoria Matorras, el administraba los restos de lo que fueron las Misiones Jesuíticas de Yapeyu, ambos españoles de buena cepa.
Durante cuatro años, los San Martín-Matorras habían vivido en Calera de las Vacas (hoy territorio uruguayo), donde nacieron sus primeros hijos: María Elena, el 18/08/1771; Manuel Tadeo, el 28/10/1772, y Juan Fermín Rafael, el 5/02/1774. A fines de ese año, don Juan fue nombrado teniente gobernador de Yapeyú, donde el matrimonio tuvo a sus dos últimos hijos: Justo Rufino, en febrero de 1776, y José Francisco, el futuro Libertador, en 1778.
Si venos algunos cuadros (pintados) de la época, aparentemente los San Martin eran de piel y cabello claros en su mayoría, de rasgos claramente europeos, solo José Francisco fue de piel morena y rasgos más americanos.
Según como dije “la leyenda” cuenta que allá por 1777 viajaba por la zona el marino y conquistador español Don Diego de Alvear y Ponce León, hombre de tremenda alcurnia y fortuna, que en ese entonces realizaba por encargo de la Corona tareas constantes entre las Misiones y Buenos Aires, en estos viajes una de sus postas donde quedaba siempre algunos días era justamente Yapeyu, lugar que disfrutaba de la compañía de sus connacionales los San Martin Matorras.
Sabido es que la raza guaraní de nuestras misiones los Aba, una rama de la gran familia guaraní que allá donde se pierden los siglos casi, desde el Caribe inicio su marca constante en la eterna búsqueda hacia la tierra sin mal, aquella a la que su Dios el Tupa les pidió encontraran, en su marcha solo sobrevivían los mejores y más fuertes, su historia fue hablada, se narraba por las noches junto al fuego de boca de los Arandu los ancianos sabios. Esta etnia produjo tremendos y fuertes guerreros, pero también tenia hermosas mujeres, dulces, “tan dulces como el aguai” (tomado de Anahi).
Dicen que el buen Capitán Alvear y Ponce de León, vio entre la gente de Yapeyu a una hermosa indiecita llamada Rosa Guaru, de la cual quedó prendado, de ese enamoramiento allá por el 1778 nació un niño, al que Alvear pidió a los San Martin que adoptaran como propio, este niño de piel morena poco se parecía a sus hermanos de adopción.
Rosa Guaru vivió con su hijos solo tres años, luego los San Martin Matorras se radicaron en Buenos Aires y de allí volvieron a España el niño se crio como español y sirvió a las banderas del Rey como militar, pero la sangre es la sangre y volvió a América.
Cuando ya en Buenos Aires se le encomienda la formación de un regimiento de caballería, hace un extraño pedido, nada menos que trescientos soldados de las Misiones, entre sus nombres encontramos Abacu, Aybi, Abaya ,Guayare (el heroico clarín), etc o sea no quedan dudas de los orígenes de estas tropas, y justamente uno de ellos el cacique Matias Abacu en 1813 firma para el Libertador una nota que dice ““la felicidad y el honor de conocerlo y saber que es nuestro paisano”.
Como al comienzo explique, leyendas, viejas historias que aun hoy en algunos lugares se siguen contando de boca en boca junto a algún nocturno fuego, sobre el Libertador de América y una madre guaraní, la Rosa Guaru cuyo nombre quedo en la historia como su nodriza, pero que tal vez fue algo más y dio el toque justo de esa sangre guerrera que unida a la hispana nos pario un libertador.
Pero en fin viejas leyendas del Taragui."

Juan Bautista Cabral, más conocido como el Sargento Cabral.
Según la documentación inexistente, ya que la iglesia donde estaba anotada se quemó, habría nacido en campos de Saladas Corrientes allá por 1789, de raza… no creo que importe, pero ya que estamos y como alguna arquitecta egipcia lo trato de negro, mejor aclararla. Su madre Carmen Robledo era una esclava Angoleña, su padre según algunos seria su patrón, nada menos que don Luis Cabral, cosa que sería difícil si se conoce la sociedad Correntina de esa época, tal vez la confusión está en que Carmen Robledo se casa con José Jacinto Indio Guaraní que también por costumbre toma el apellido del patrón y pasa a ser José Jacinto Cabral.( Cono anécdota el apellido Robledo en la zona de 9 de Julio (Corrientes) corresponde a una familia de rasgos claramente africanos). O sea su sangre era africana pero también guaraní, seria según las castas de esa época un zambo.
Según los registros del museo existente en Saladas (Ctes) figura como hijo de José Jacinto Cabral y Carmen Robledo.
Con 23 años de edad su patrón lo incluye en la tropa que el entonces Gobernador Luzuriaga envía de 70 jóvenes voluntarios a pedido de San Martin, esta tropa parte el tres de noviembre de 1812 en barco desde Corrientes a Buenos Aires.
Según algunos habría pedido pasar a Infantería ya que la Caballería le resultaba difícil, sería muy raro, ya que nacido y criado en esos campos correntinos mezcla de pampas, esteros y montes si no aprendió a andar a caballo antes que a gatear sería extraño, allí se nacía jinete por naturaleza y más si sería peón de estancias.
Sobre el grado de Sargento, el 19 de noviembre de 1812 se incorpora a Granaderos y el tres de febrero de 1813 fallece o sea que en Granaderos sirvió apenas tres meses, difícil no siendo un veterano entonces que en tres meses tenga el grado de Sargento, según Pastor Obligado, “su diligencia y capacidad de mando le granjearon galones de cabo para diciembre de ese año, y de sargento al siguiente”, esto resulta muy impreciso, más aun que el propio San Martin mandó colocar, sobre las puertas del cuartel del Retiro, un tablero de forma oval donde se leía: "Al soldado Juan Bautista Cabral. Murió en la acción de San Lorenzo", de la misma forma no hay constancias de una ascenso post -mortem.
Tenemos que pensar entonces que Cabral en San Lorenzo cae solo como Granadero raso, sin galones de grado algunos.
La historia nos cuenta que al ser herido grita “Muero contento hemos batido al enemigo” difícil grito para un tape correntino que tendría la boca más hecha al guaraní que a un prolijo castellano, según lo que en el museo se puede leer su grito correctamente seria "Avyá amanó ramo yepé, ña jhundi jhegere umí tytaguá" más o menos “Yo ya morí, vayan a pelear ustedes”
Y lo más sorprendente es cierta documentación del museo que asegura que Cabral no murió en San Lorenzo, llego moribundo y desahuciado a Saladas donde murió y fue enterrado en el antiguo cementerio parroquial hoy inexistente.
Cosas e historias que a veces nos sorprenden, que agrego como homenaje al 17 de agosto "

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