Ave Lúgubre
No se despertó sino hasta la mañana siguiente y no sintió nada, salvo una leve fatiga y la inquietante impresión de que la estaban observando, pero su ansiedad remitió en unas horas y pronto quedó olvidada.El recuerdo del sueño permaneció un poco más.Ese pájaro lúgubre observándola fijamente le había causado ese ahogo de apnea y esa sensación horrible de saberse soñando, de querer despertar y no lograrlo. Quiso despertar, era consciente de ello, pero no pudo hacerlo. ni tampoco su marido, que dormía junto a ella. Había un dejo esotérico que impedía que esa imagen se alejara de la memoria por mucho tiempo.
Ella no lo vio en el sueño. Solo vio al ave. Es que ese holograma espectral , esa sombra que envolvió a la pareja, no vino a buscar a la pareja sino a la criatura que la mujer dormida llevaba en su vientre.
No habia motivo para que ella lo viera.
La intrusión no rasgó la piel del niño ni de la madre. Solo fue una muy breve irrupción en una o dos células del nonato. Duró menos de un minuto. Luego se retiró tan sigilosa y silente como entró y en aquella casa de los suburbios obreros del poblado no quedó nadie más que el hombre, la mujer, el bebé que llevaba dentro, dormidos, y el intruso que se instaló en el feto y que también dormía.
Afuera, desde un árbol cercano, un ave lúgubre - o una nave- remontó vuelo en la alta noche. Su silueta espectral y una estela de estrellas se recortó por un instante en un fondo de luna llena, antes de perderse en los tiempos.
Treinta y tres años después, desde un árbol cercano, oculta a los ojos de la gente, el ave lúgubre era testigo del reclamo aquel niño crucificado: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Después remonto vuelo para perderse en los tiempos. Era la hora nona del 14 Nisán del año 3760
Formosa, Agosto 2016.
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