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26 de abril de 2016

MANUAL PARA LA PRIMERA CITA

Desde que el mundo es mundo, el hombre no reacciona de igual manera que la mujer ante idénticas situaciones y si una de esas situaciones tiene como protagonistas simultáneos a un hombre y una mujer, la cosa es aun mas complicada.
La primera cita, es uno de esos casos.
No hay duda que el tema es prometedor para el pensador aficionado por que discurre en una de esas típicas nebulosas de los secretos mal contados sobre la cual se teje toda clase de conjeturas y que invariablemente desembocan el terreno de los mitos.
The first date, il primo appuntamento, le premier rancard, la primera cita, llámese como se llame, estamos hablando de un concepto tan universal que implica emociones encontradas y, muchas veces, desencontradas y si bien se tiende a pensar que afecta más a mujeres que a hombres, las situaciones pueden ser variadas e infinitas, por aquello de que no hay persona igual a otra, aunque muchas se parezcan.
Para los muchachos suele ser tema de charlas de cafés, especialmente en los primeros años mozos. Después también, pisando los cincuenta, la segunda soltería obliga a replantear casi todo lo que uno conoce sobre el tema y por lo general se vuelve a los mismos amigos, en los mismos bares, a hablar de las mismas cosas escuchando casi las mismas soluciones, nada mas que en el medio hay 30 años de desconocimientos.
Pero sigamos.
Una de las variables más importantes es el grado de entusiasmo con que se encara el momento. No es lo mismo tener una cita para no quedarse un sábado a la noche en casa, donde las expectativas son por lo general divertirse un rato y si se da se da, que tenerla con una special someone que trastorna el sueño y que dijo si, después de habernos hecho gastar tres quilos de chocolate, seis ramos de flores, enviados con la excusa del día de la secretaria, de la mujer, y de la suricata madagasquina, que no tiene un carajo que ver pero suena divertido, tres cenas con amigos y finalmente, la ruleta rusa del todo o nada. La invitación explicita, contante y sonante de una cena.
Ah… no hay nada como la primera cita. A los veinte y a los cincuenta.
Las expectativas, las mariposas en el estomago, la emoción, la ropa, el perfume y hasta la incomodidad de tener de frente y no saber mucho las intenciones de alguien que nos interesa y que juegan un papel fundamental en casi todos los actos preparatorios.
Ahí descubrimos que el pavo real no es tan pavo, después de todo, por eso hay que tener especial cuidado.
Pero tampoco es para desesperarse y hay que superarlo sin que esto genere ningún tipo de malestar estomacal o coronario, porque en ella se define algo muy importante: la química, es decir, si nos gusta la persona, su olor, sus movimientos, su físico y en algunas ocasiones hasta su sabor.
Esta primer aduana de la primera cita, suele ser interesante de observar.
Los observadores de la conducta social coincidirán que si miramos un rato a alguna pareja en alguna confitería sabremos si se trata de una en su primer cita, y para ello alcanza con observar cómo actúan y detectar los síntomas visibles en el lenguaje del cuerpo de cada uno de ellos.
En el caso de los hombre mantienen una sonrisa estúpida todo el tiempo, constantemente buscan mirar a los ojos u otras partes del cuerpo de la fémina como inspeccionando la mercancía. Las mujeres suelen ser más discretas, miran cándidamente, se acarician constantemente el pelo y mueven muchos las manos para no gesticular tanto. Las más atrevidas miran los brazos, el abdomen y también, mas disimuladamente, las nalgas de su probable compañero sentimental.
El tema da para escribir todo un tratado.
Así parece haberlo entendido el multifacético escriba granguardino Casimiro Piedrabuena, que presumía de ser un experto en la materia. Algunos maledicentes sostienen que Casimiro era verdaderamente un experto en primeras citas, por que jamás tuvo una segunda, pero el caso es que entre los andajosos retazos de su literatura se encontró el famoso Manual de la Primera Cita, un grimorio sentimental que se proponía establecer los lineamientos esenciales para concurrir a una de ellas y fundamentalmente como comportarse durante una de ellas
Como es ya metodológico en estas crónicas veamos algunos párrafos:
"Considere la primera cita igual que concurrir a un consultorio. 
Vaya bien higienizado, pulcro, con ropa interior nueva, sin aliento a vino y lleve plata…como si fuese a un médico particular. No estará de más si se pasa alcohol por todo el cuerpo para estar también desinfectado y llegue puntual, nunca cuarenta minutos antes porque denotará ansiedad, ni cuarenta minutos después
Si ella lo hace esperar, aguántese, no se queje ni la critique, piense que es la última vez que va a ocurrir, pero por Dios, no la haga esperar cinco minutos porque es posible que se lo último que haga en su vida."
No están del todo errados los postulados de Piedrabuena. Si bien se mira, quien va a una primera cita, va casi rendir un examen, pero tampoco es para exagerar: Algunas personas hacen grandes esfuerzos para arreglarse muy bien, simplemente para ir a ver una película. La cantidad de bien arregladas mujeres en esos ámbitos quizás se expliquen por este comportamiento pero si normalmente se lleva ropa informal, como vaqueros no tendría demasiado sentido dar un giro a la personalidad, simplemente para ir a ver una película.
Lo de la puntualidad es todo otro tema. Y no solo con las citas. Veamos: Las damas como son más viscerales y emocionales que los hombres y eso no hay quien lo discuta, toman todo al pie de la letra. Si se le dijo que se la llamaba a las tres, a las tres y media suponen que algo anda mal en la relación y probablemente a las cuatro esté hablando con alguna amiga para contarle que esto no va más, que él no se hace cargo y que no sabe si es lo que realmente necesita.
El hombre por su parte, estará seguramente durmiendo la siesta o viendo un partido, o haciendo nada sin que esto le genere ningún tipo de malestar estomacal o coronario, y fiel a su naturaleza, se despreocupará del asunto. No postergará ni pondrá en duda el picadito del sábado en la cancha de la vuelta, ni el posterior asado con los pibes ni el lavado del auto y no cerrarán la puerta a la posibilidad de conseguir una cita mejor. Con toda la parsimonia del mundo completará a la perfección su fixture social antes ponerse en movimiento.
Pero aun asi, es conveniente que en esta primera cita sea puntual.
El tema de la conversación es fundamental.
Si uno alarga las orejas en las parejas que tienen la primera cita, escuchara que hablan de temas como la importancia de la lechuga en la comida macrobiótica, la incidencia de la música de Justin Bieber en el empolle de los gorriones de la avenida 25 de mayo o la trascendencia de los Wachiturros y si significante en la procesión de los equinoccios.
No puede haber conversación mas guevona que la de una primera cita. Ninguno se larga a fondo para no quedar pegado.
Bueno, nadie tampoco pretende que se hable del existencialismo de Heidegger, Unamuno o Sartre, ni del vuelo poético de Whitman, ni de las alturas siderales de las sinécdoques de Borges, pero conversaciones mas jugadas.
El obtuso pensador granguardino sigue y parece haber encontrado una receta al respecto, pues entre sus desopilantes consejos clama: "No demuestre su verdadero temperamento. Tal vez usted sea una persona aburrida, mala o melancólica. Lo mejor es inventarse una personalidad bien divertida, interesante, con algunos toques de exotismo, pero sin exagerar. Dígale por ejemplo, que repitió tres veces segundo año porque odiaba el teorema de Thales, pero que después dió libre cuarto y quinto. O juéguese con un arte raro, no se.. por ejemplo, que le encantan los fósforos, pero no los enciende porque los guarda para pintarles paisajes patagónicos en la cabeza, o cosas asi… Esas cosas fascinan a las mujeres."
En realidad a las mujeres no les gustan ni los paisajes patagónicos, ni el arte de pintarlos en una cabeza de fósforos, lo que les llama la atención es saber si de verdad hay un boludo que hace esas cosas
Por eso el “Que haces de tu vida” es una pregunta emponzoñada.
No se le ocurra contestar “Pinto cabezas de fosforos”, porque de un solo saque descubrirán al boludo de párrafo anterior y hasta es posible que con la excusa de ir al baño, se piren para nunca mas volver.
Veamos algunos consejos de Piedrabuena:
"Trate de demostrar cierta solvencia económica y cultural. Esto se logra con algunos comentarios salpimentosos como: La catedral de Milan es alata o las pioramides de Mexico son mas grabndes que las de Egipto, por ejemplo.  Eso le da un toque chic a la conversación. pero no cometa la güevada de presumir por boludeces: Yo le enseñe a los mexicanos a comer picante, no va a ser una frase inteligente y no se la van a creer"En estos tiempos habría que agregarle a la apreciación del cronista granguardino que los demás detalles los saca del Google Earth o de la Wiki,
Hay un detalle galante que le ahorra mucha plata y palabrerío.
Observe.
Imprescindible.
Siempre tendrá que demostrar algo de ternura y sentimentalismo, pero nunca llegue con flores a la casa de la niña en cuestión. Antes de pasarla a buscar averigüe dónde hay una planta de rosa de alguna vecina descuidada luego tome ese camino y como si fuera algo espontáneo, robe para ella una flor y cuénteselo, claro que agregando algún detalle dramático: la ira de la propietaria, o la hostilidad de dos rotwailer, o el bufoso del dueño de casa, esas cosas tiñen al romanticismo de principios de milenio de un no se que romeojulietesco que ayudan a los propósitos iniciales, que no nos debemos olvidar, solo se trata de la primera cita.
A la hora de cortejar, y endulzar oídos, Piedrabuena nos da unos sabios consejos que no debemos desperdiciar:
"En cuanto a los piropos, no abunde con: sos tan linda o me encantás o qué lomazo tenés… pero tampoco es bueno no decirle nada. Es recomendable frases mas sensatas como “me gusta la forma de tus ojos o cuando te reís se te hace una cosita acá, pero si eso no funciona, intente con frases más originales:
- Lindo color de pelo, vas a la peluquería o te lo teñís vos?
- Qué bien te depilaste el bozo.
- Qué loco, no?… hace calor y vos no transpirás nada de nada.
Ahora esta muy de moda eso del sexo en la primera cita."
Vayamos por parte
Hay tratados enteros acerca del tema.
Si pasaste la primera aduana… si la mina se banco cincuenta minutos de charla pelotuda, una cena y otra media hora de guevada a los postres, que mas vas a esperar… o a los cafés… o a los bifes, que seria mas apropiado.
Y la hora de los bifes es el momento de máxima tensión en la primera cita.
Y el primer bife es el primer beso.
Yo sugiero no dar muchas vueltas para el primer beso
Ejemplos:
“Cerrá los ojitos...” y ahí nomás le comes la boca, o “te tengo que decir algo al oído...” y de una le zampas uno, bien apasionado, porque un primer beso no se pide, se roba.
Esa es la regla de oro.
Y allí está la última aduana: El primer beso.
Ese primer beso define.
Si ese primer beso fue bueno, si lograste despertar en la mima aunque mas no sea mas curiosidad, la cosa esta ganada.
No voy a relatar por obvias las cosas que siguen en este caso.
Pero si la dama responde mal, cosa que puede pasar con harta frecuencia, descarta todo inmediatamente, da por finalizada la salida, porque ya no hay arreglo, es irremontable, no lo intentes de nuevo y ni loco se te ocurra decir “me acompañás a tomar un cafe?” ni nada por el estilo.
Raja. Un Donde te llevo? Por lo general te saca del paso rápidamente…
Tampoco te disculpes. Nunca te disculpes.
Es de mal gusto decir que uno se equivocó por querer besarla, además no es verdad. No te equivocaste. Quisiste besarla. Y debes sostenerlo aun con el cuero. Un caballero, gana y pierde y no se lamenta por ello.
Por último, si jode y quiere explicaciones, esta histeriqueando.
En ese caso te quedará la buena excusa de “Lo que pasa linda es que sos irresistible y yo no soy de madera” y volvés a los bifes.
Y esta vez, por favor, no falles.

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