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Aquí hay un poco de todo. No será un lugar demasiado original ni distinto, pero acaso si lo suficientemente entretenido como para que tengan ganas de volver.

24 de abril de 2016

PRESENTACION DE ENTRE CADILLOS Y ALGODON

Despejando  archivos que van quedando en la computadora, di con el discurso que di para la presentación del libro ENTRE CADILLOS Y ALGODON de mi colega y compoblano TOMAS CABALLERO. Es del año 2006. En esa época aun no existía el Faceboock, Me parece que ni celulares había.
Lo comparto

Quienes conozcan someramente los procedimientos conjeturales de la ignorancia - por aquello que solo se ama lo que se conoce - no se asombraran en absoluto, si les digo que durante muchos años, el poco trato con autores, novelistas y poetas y el ser siempre un comensal literario me hizo desconfiar de la utilidad práctica de las presentaciones de los libros, reuniones estas que me parecían actos menos relacionado con la literatura que con la gastronomía, especialmente teniendo en cuenta los canapés y tentempié que se suelen ofrecer en estas asambleas.
Es claro que este obtuso criterio también me autorizaba a pensar que los libros se presentan por si solos, y de manera silenciosa, y que en estas tertulias en realidad eran organizadas por el autor o acaso el editor para cumplir vaya uno a saber con que propósito narcisista y de paso se diga alguna que otra zoncera respecto del que yo creo que es el verdadero protagonista de la tenida, es decir el libro presentado
Pese a mi escepticismo respecto del tema y para mi mas completa sorpresa fui convocado a presentar uno. ENTRE CADILLOS Y ALGODÓN, de mi caro amigo y con poblano Tomas Caballero.
Y en Gran Guardia…
Confieso que mi primer reacción fue rehusarme y consultado mi amplio manual de excusas y justificaciones, me di cuenta que una a una eran demolidas por la gran amistad, marcado respeto y profunda admiración que siento Tomas Caballero y su obra literaria.

Fue entonces que tuve que replantear mi posición y descubrí , también no sin sorpresa,
una bella metáfora de una publicación de un libro, en el arte de la guerra: Quienes de alguna manera hemos librado alguna modesta escaramuza literaria con las palabras, soportando los bizarros embates de las metáforas, sinestesias, y redundancias podemos comprender a los generales como Tomasito, en la ardua conducción de la batalla que implica editar un libro.

Ya mismo hay que decir que también en este mismo hecho encontré el profundo paralelismo entre la publicación y un parto, en la que el trabajoso autor oficia de parturienta, el libro de niño y el presentador de una suerte de comadrona sui generis que ayuda al engendro a ver la luz del universo.

Y me quede con esta imagen, menos elegante, a lo mejor, pero mas tierna y mas grafica, por que ella - la presentación digo - seguía allí, firme, muerta de risa, con fecha hora y lugar, igual que un nacimiento.

Entonces si, desde esta nueva óptica, vi la importancia de la presentación, ahora si, menos por los bocaditos que por el libro en si mismo. Asi que resuelto a cumplir con la mayor ortodoxia los procedimientos rituales de estos casos, y resueltas estas objeciones leguleyas , vamos a comenzar con el autor y su obra.

Se me hace dificultoso hablar con objetividad de Tomasito, por que mi testimonio va a venir necesariamente teñido de sospecha por el ya confesado profundo aprecio fraternal, que siento por el.

Pero no obstante, sin ser su exegeta, intentare definirlo desde el punto de vista literario:
Una bellísima pluma, con una sensibilidad que trasciende lo meramente retórico, gramatical o lingüístico y se proyecta hacia el mundo de lo sensitivo con una claridad y simpleza pasmosa que arranca del lector las mas profundas emociones ligadas a los recuerdos de tiempos pretéritos cuando todo era mas aldeano, mas pueblo, mas ñande cuete, contrastando a un mundo teñido de individualismo y globalización en el que la cifra no cuenta nada mas que para servir al numero, donde todos somos un numero, donde todos somos nada mas que cantidad y urgencia, sin tiempo para el sentimiento o el espíritu.

¿Algo más? Si. Tomas Caballero lleva a Gran Guardia en su sangre. Todo su ser respira Gran Guardia y eso se refleja prístino en Entre Cadillos y Algodón: Una obra granguardina, escrita desde Gran Guardia, para Gran Guardia y por un hijo de Gran Guardia.

Que mejor regalo que este para el pueblo en su día.

Entre cadillos y algodón me sorprendió desde su estructura hasta su contenido. Un breve poemario estrictamente granguardino, un capitulo de cuento de saborcillo quiroguiano aunque con otro estilo y un acápite autobiográfico que tiende un puente hasta los orígenes del autor que ayuda a comprender a apreciar y a amar ambas piezas literarias, todas escritas con notable habilidad lingüística, buen tratamiento contractivo y adornado de bellas metáforas que deleitan y emocionan.

Arrancando con MI PUEBLO, el autor se derrama en versos a este su pueblo del que le costó partir, y al que regresa hecho hombre y poesía para comprobar que aquí se ha dormido el tiempo.
Por eso en INFANCIA, no es difícil escuchar el resoplido altanero del tren que se queda vendiendo ilusiones en la vieja estación de pueblo ni el tin tin del martillo afilando rejas, situación que se repite en LA REJA Y EL MARTILLO gracias a El tañido del martillo al repicar en la reja, con monótono trinar, musicalizando sombras, por que El tañido del martillo afilando simples rejas era símbolo imborrable de los años de siembra, que AQUELLOS AÑOS DORADOS, plantea en una dimensión sobrecogedora abriendo paso al progreso sin importar el calor, la escarcha, ni la tapera.

EL OMBU, LA CIGARRA y EL BUHO, son tres poemas que reflejan la percepción sublime del autor de acerca sus vivencias juveniles y el entorno granguardino.
Sorprende, domina, conmueve, con sus elípticos zafiros vigilantes dice el autor, y es esta la mas simple y bella metáfora que he encontrado para definir los ojos de un búho.

Monótono es el cantar
de la cigarra en la siesta,
dos o tres tonos emplea,
para decirnos con música
que ya es tiempo
de cosechas.

Y nos volamos al tiempo feliz de la niñez cuando integrando sigilosos malones siesteros saqueabamos sistemáticamente las quintas mas pobladas de sandías que el inocente bicho con su canto nos anunciaba que ya estaban maduras.

En A MIS MAESTROS , no pude evitarlo y con tanguera melancolía, se piantó un lagrimón, por que Flora Bobadilla, fue también mi primer maestra.
Puta. Con tu permiso Tomasito, yo también quiero suscribir
Flora, Flora, eterna maestra primera, hoy quiero darte amor, hoy quiero darte mis letras.

Y ese amor, humano, calido, sensible, se desborda a raudales en ILUSION, MUJER MADRE y A VECES tres poemas que sirven de interludio para una nueva arremetida de vivencias aldeanas que se remansan magistralmente en RECUERDOS, SU NIÑO y POBREZA, en donde un yopará idiomático explota en un en un soliloquio contundente, mortífero,
¡Caarume ja nda che cai
Ja che rÿgüasú carapé
Ndo mboay!

Que expresa la desesperanza del que no tiene yerba y su gallina petiza no pone huevos y que da paso a un TOMAS CABALLERO comprometido con la realidad social que fondo de chamamé se refleja en EL VIEJO COLA, que es solo uno de los mucho COLA que
no conocen
del ruido de la ciudad
pues deben hachar en el monte
para ganarse ese pan.

Y que continua en EL CAMINANTE, donde se plantea desde lo profundo

¿Porqué dar de él,
si a él le frustraron,
si a él le negaron,
el derecho humano,
de ser sociedad

para finalmente abordar la senda del homenaje a sus padres y a su pueblo en RETRATO y MADRE dos poemas profundos dedicados a sus progenitores y TE CANTO GRAN GUARDIA y MI TIERRA, poemas estos que solo deben estar esperando ser musicalizados por que son un verdadero canto de amor al terruño.

Lo que sigue es autobiográfico y desde lo personal confieso que me vi fielmente retratado por que todo, todo, desde su niñez hasta su partida, parece hecho con retazos de mi propia historia y eso me conmovió hasta la médula.

Y entramos a la parte, que a mi, como prosista y con temática parecida me resultó inusualmente emotivo. Es aquí donde a mi entender aflora en toda su dimensión el polifacético duende inquieto que habita en TOMAS CABALLERO.

De arranque nomás se despacha con cuatro cuentos de temática granguardina, inspirada en hechos reales que sacuden, conmueven, transportan a una dimension donde se entremezclan sin solución de continuidad los miedos profundos, los mitos, y las realidades aldeanas que son reflejados con meticulosa maestria en LUCHO SE PERDIO, MAXIMO EL DE LOS PIES GRANDES, LA PILA DE LADRILLOS, y PURA FILOSOFIA.

Espectacular.
En honor a la brevedad, no abundare en detalles.
No se los voy a contar.
Léanlos.
No tienen desperdicios.

Le sigue una fabulilla entre tristonga y graciosa, pero les aseguro, profunda: LA TRISTEZA DEL BURRO.
Por si no le encuentran la moraleja se las digo: CUIDADO CON LOS ESPEJITOS DE COLORES.

EL SELLADOR, es un magistral relato de los pormenores de una profesión cuya bonanza transcurre a caballo de los momentos mas dolorosos para otros, y que culmina esta fase con un relato costumbrista, CHAQUE LA PORA, cuyo titulo nomás ya nos adentra en lo profundo de la selva desde donde solo se puede salir hecho un miedo, corriendo, sin que las chuzas, caraguataes, ni el brazo extendido de los yuqueríes lo pueda detener

Y ya en la recta final, tres cuentos de experimentación literaria en los que creo se plasma la ductilidad, la versatilidad y la pavorosa percepción sensible de TOMASITO.

La inexistente puntuación de REGRESO EN NAVIDAD, mas allá su contenido sorprende.
Me trajo reminiscencias de Enrique Medina, el de LAS TUMBAS, que empleo esta técnica en EL DUQUE.
También creo haber leído algo de García Marqués, así con esta técnica.
Es una experiencia sobrecogedora, bucear en ese mar de palabras sin horizontes de puntuación donde se refleja la maestría del autor para que cada frase diga lo que lo que quiere decir y no otra cosa.

En BUMERANG, la experiencia es otra.
Acá ya hay experimentación lingüística, cuyo resultado a mi entender es espectacular.
El autor intercala precisas descripciones omniscientes, técnicamente perfectas, con lo que parece ser anotaciones de un diario personal del protagonista, que arroja un alucinante contraste lexicográfico, que en lo personal me llenó de regocijo, un poco por que yo también suelo usar lenguaje fuertemente contrastante en mis propios escritos, por que sostengo que hay cosas se dicen de una sola y univoca forma, con una función que el idioma común no puede cumplir: Para el lado de los tomates, por ejemplo, es para el lado de los tomates.
Para contrarrestar estos excesos de lenguaje llano, el autor debe esforzarse por encontrar palabras elevadas, que sostengan al escrito en un buen nivel lexicográfico.
Bragueta tímida – catilinaria.
Criminal, como dicen los cordobeses.

Finaliza el libro con un cuento urbano, de gran ciudad, con una temática de candente actualidad, como lo es la seguridad, y donde también con mucho de experimentación lingüística, emplea un argot marginal, de pibes chorros, tal vez con un tufillo cordobés contrastando con un elevado lenguaje de mitología griega, con epicúreas especulaciones filosóficas, Hades incluido.

Hasta aquí, el autor y su obra.
Y me queda el tiempo justo para una reflexión final.
Creo firmemente en este libro, por en el se refleja un hombre transparente, enamorado, puro fuego y sensibilidad y por que también en el nos reflejamos todos los granguardinos, que nunca, nunca debemos olvidar que desde siempre estuvimos y vamos a estar entre CADILLOS Y ALGODÓN


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