muriendo, que están llegando otras formas de comunicación audiovisual, pero eso es falso. Lo que en realidad pasa es que está cambiando la forma de leer y de escribir...", dice Daniel Cassany, el lingüista español, preocupado por entender los cambios en las costumbres literarias de la gente. Y agrega: "Cuando pensamos en la lectura, pensamos en una novela y una butaca, mientras se descansa en un tiempo de ocio y eso no es tan así..."
Personalmente creo que ha habido una larga evolución al cabo de la cual terminamos leyendo mas, pero peor.
Hace 40 leíamos una novela por semana, sino estábamos afuera. Después, faltos tiempo y porque leíamos cada vez menos aparecieron las novelas cortas y los resúmenes Reader Digest que no era lo mismo, pero ante la profusión de lecturas posible y la urgencia para ir a ninguna parte, era lo mas razonable para manteniamos mas o menos al tanto.
Pero siguio faltando tiempo e irrumpió con fuerza el cuento. Todos nos jactamos de haber leído en esos locos años, a Borges a Cortazar y hasta a Poldy Bird. Como un cuento se lee en un rato, leiamos en el subte, en el micro, en el baño...
Mas urgencia y menos tiempo para ver la tele ayudo a la aparición del microcuento: diez doce renglones cargados de pólvora y elipsis que explotan con la violencia de un volcán logrando en segundos lo que páginas y paginas de novelesca descripciones.
Las redes sociales dieron todavía una vuelta de tuerca mas. Escasos de espacios y de caracteres emergió la forma de lectura amplia, generosa y grotesca de la posmodernidad: Las citas, los eslogan, los aforismos, las frases de famosos, cargadas de brevedad, ironía, sarcasmo, intencionalidad, superficielidad, casi siempre sacadas de contexto, afirmando verdades tan universales como disparatadas.
Concluyo parafraseando de nuevo a Cassany: "Con la tecnificación y sofisticación profesional, la gente lee y escribe más, pero en formas que no son estrictamente literarias"
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