BAJAR ENTRE CADILLO Y ALGODON
En octubre de 2006 ve la luz ENTRE CADILLOS Y ALGODON, una obra de TOMAS CABALLERO en la que encontramos una equilibrada mezcla de cuentos, relatos y poesías, obra que tuve el honor de presentar en sociedad en el aniversario de nuestro Gran Guardia, porque, - no sé si lo dije- ambos somos de Gran Guardia.
Se me hace dificultoso hablar con objetividad de Tomasito, por que mi testimonio va a venir necesariamente teñido de sospecha por el ya confesado profundo aprecio fraternal, que siento por el.
En octubre de 2006 ve la luz ENTRE CADILLOS Y ALGODON, una obra de TOMAS CABALLERO en la que encontramos una equilibrada mezcla de cuentos, relatos y poesías, obra que tuve el honor de presentar en sociedad en el aniversario de nuestro Gran Guardia, porque, - no sé si lo dije- ambos somos de Gran Guardia.
Se me hace dificultoso hablar con objetividad de Tomasito, por que mi testimonio va a venir necesariamente teñido de sospecha por el ya confesado profundo aprecio fraternal, que siento por el.
Pero no obstante,
sin ser su exegeta, intentare definirlo desde el punto de vista literario:
Una bellísima
pluma, con una sensibilidad que trasciende lo meramente retórico, gramatical o lingüístico y se proyecta hacia el mundo de
lo sensitivo con una claridad y simpleza pasmosa que arranca del lector las mas
profundas emociones ligadas a los recuerdos de tiempos pretéritos cuando todo
era mas aldeano, mas pueblo, mas ñande cuete,
contrastando a un mundo teñido de individualismo y globalización en el
que la cifra no cuenta nada mas que para servir al numero, donde todos somos un
numero, donde todos somos nada mas que cantidad y urgencia, sin tiempo para el sentimiento o el espíritu.
Que mejor regalo que este para el pueblo en su día.
Que mejor regalo que este para el pueblo en su día.
Entre cadillos y algodón me sorprendió desde
su estructura hasta su contenido. Un breve poemario estrictamente granguardino,
un capitulo de cuento de saborcillo quiroguiano aunque con otro estilo y un
acápite autobiográfico que tiende un puente hasta los orígenes del autor que
ayuda a comprender a apreciar y a amar ambas piezas literarias, todas escritas
con notable habilidad lingüística, buen tratamiento contractivo y adornado de bellas metáforas
que deleitan y emocionan.
Arrancando con MI
PUEBLO, el autor se derrama en versos a este su
pueblo del que le costó partir, y al que regresa hecho hombre y poesía
para comprobar que aquí se ha dormido el
tiempo.
Por eso en INFANCIA,
no es difícil escuchar el resoplido altanero del tren que se queda vendiendo
ilusiones en la vieja estación de pueblo ni el tin tin del martillo afilando
rejas, situación que se repite en LA
REJA Y EL MARTILLO gracias
a El tañido del martillo al repicar en la
reja, con monótono trinar, musicalizando sombras, por que El tañido del martillo afilando simples
rejas era símbolo imborrable de los años de siembra, que AQUELLOS AÑOS
DORADOS, plantea en una dimensión sobrecogedora abriendo paso al progreso sin importar el calor, la escarcha, ni la
tapera.
EL OMBU, LA CIGARRA y EL BUHO, son tres poemas que reflejan la
percepción sublime del autor de acerca sus vivencias juveniles y el entorno
granguardino.
Sorprende, domina, conmueve, con sus elípticos zafiros
vigilantes dice
el autor, y es esta la mas simple y
bella metáfora que he encontrado para definir los ojos de un búho.
Monótono es el cantar
de la cigarra en la siesta,
dos o tres tonos emplea,
para decirnos con música
que ya es tiempo
de cosechas.
Y nos volamos al
tiempo feliz de la niñez cuando integrando sigilosos malones siesteros
saqueabamos sistemáticamente las quintas mas pobladas de sandías que el
inocente bicho con su canto nos anunciaba que ya estaban maduras.
En A MIS MAESTROS ,
no pude evitarlo y con tanguera melancolía, se piantó un lagrimón, por que
Flora Bobadilla, fue también mi primer maestra.
Puta. Con tu permiso Tomasito, yo también quiero
suscribir
Flora, Flora, eterna maestra primera, hoy
quiero darte amor, hoy quiero darte mis letras.
Y ese amor, humano,
calido, sensible, se desborda a raudales
en ILUSION, MUJER MADRE y A VECES tres poemas que sirven de interludio para una
nueva arremetida de vivencias aldeanas que se remansan magistralmente en RECUERDOS,
SU NIÑO y POBREZA, en donde un yopará
idiomático explota en un en un soliloquio contundente, mortífero,
¡Caarume ja nda che cai
Ja che rÿgüasú carapé
Ndo mboay!
Que expresa la
desesperanza del que no tiene yerba y su gallina petiza no pone huevos y que da
paso a un TOMAS CABALLERO comprometido con la realidad social que fondo de
chamamé se refleja en EL VIEJO COLA, que
es solo uno de los mucho COLA que
no conocen
del ruido de la ciudad
pues deben hachar en el monte
para ganarse ese pan.
Y que continua en
EL CAMINANTE, donde se plantea desde lo profundo
¿Porqué dar de él,
si a él le
frustraron,
si a él le negaron,
el derecho humano,
de ser sociedad
Para finalmente
abordar la senda del homenaje a sus padres y a su pueblo en RETRATO y MADRE dos
poemas profundos dedicados a sus progenitores y TE CANTO GRAN GUARDIA y MI
TIERRA, poemas estos que solo deben estar esperando ser musicalizados por que
son un verdadero canto de amor al terruño.
Lo que sigue es
autobiográfico y desde lo personal confieso que me vi fielmente retratado por
que todo, todo, desde su niñez hasta su partida, parece hecho con retazos de mi
propia historia y eso me conmovió hasta la médula.
Y entramos a la
parte, que a mi, como prosista y con temática parecida me resultó inusualmente emotivo.
Es aquí donde a mi entender aflora en toda su dimensión el polifacético duende
inquieto que habita en TOMAS CABALLERO.
De arranque nomás
se despacha con cuatro cuentos de temática granguardina, inspirada en hechos
reales que sacuden, conmueven, transportan a una dimension donde se
entremezclan sin solución de continuidad los miedos profundos, los mitos, y las
realidades aldeanas que son reflejados con meticulosa maestria en LUCHO SE
PERDIO, MAXIMO EL DE LOS PIES GRANDES, LA PILA DE LADRILLOS, y PURA FILOSOFIA.
Espectacular.
En honor a la
brevedad, no abundare en detalles.
No se los voy a
contar.
Léanlos.
No tienen
desperdicios.
Le sigue una
fabulilla entre tristonga y graciosa, pero les aseguro, profunda: LA TRISTEZA DEL BURRO.
Por si no le
encuentran la moraleja se las digo: CUIDADO CON LOS ESPEJITOS DE COLORES.
EL SELLADOR, es un
magistral relato de los pormenores de una profesión cuya bonanza transcurre a
caballo de los momentos mas dolorosos para otros, y que culmina esta fase con
un relato costumbrista, CHAQUE LA
PORA, cuyo titulo nomás ya nos adentra en lo profundo de la
selva desde donde solo se puede salir hecho un
miedo, corriendo, sin que las chuzas, caraguataes, ni el brazo
extendido de los yuqueríes lo pueda detener
Y ya en la recta
final, tres cuentos de experimentación literaria en los que creo se plasma la
ductilidad, la versatilidad y la pavorosa percepción sensible de TOMASITO.
La inexistente
puntuación de REGRESO EN NAVIDAD, mas allá su contenido sorprende.
Me trajo
reminiscencias de Enrique Medina, el de LAS TUMBAS, que empleo esta técnica en
EL DUQUE.
También creo haber
leído algo de García Marqués, así con esta técnica.
Es una experiencia
sobrecogedora, bucear en ese mar de palabras sin horizontes de puntuación donde
se refleja la maestría del autor para que cada frase diga lo que lo que quiere
decir y no otra cosa.
En BUMERANG, la
experiencia es otra.
Acá ya hay
experimentación lingüística, cuyo resultado a mi entender es espectacular.
El autor intercala
precisas descripciones omniscientes, técnicamente perfectas, con lo que parece
ser anotaciones de un diario personal del protagonista, que arroja un
alucinante contraste lexicográfico, que en lo personal me llenó de regocijo, un
poco por que yo también suelo usar lenguaje fuertemente contrastante en mis
propios escritos, por que sostengo que hay cosas se dicen de una sola y univoca
forma, con una función que el idioma común no puede cumplir: Para el lado de los tomates, por
ejemplo, es para el lado de los tomates.
Para contrarrestar
estos excesos de lenguaje llano, el autor debe esforzarse por encontrar
palabras elevadas, que sostengan al escrito en un buen nivel lexicográfico.
Bragueta tímida –
catilinaria.
Criminal, como
dicen los cordobeses.
Finaliza el libro
con un cuento urbano, de gran ciudad, con una temática de candente actualidad,
como lo es la seguridad, y donde también con mucho de experimentación
lingüística, emplea un argot marginal, de pibes chorros, tal vez con un tufillo
cordobés contrastando con un elevado lenguaje de mitología griega, con
epicúreas especulaciones filosóficas, Hades incluido.
Hasta aquí, el
autor y su obra.
Y me queda el
tiempo justo para una reflexión final.
Creo firmemente en
este libro, por en el se refleja un hombre transparente, enamorado, puro fuego
y sensibilidad y por que también en el nos reflejamos todos los granguardinos,
que nunca, nunca debemos olvidar que desde siempre estuvimos y vamos a estar
entre CADILLOS Y ALGODÓN
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