Bienvenidos

Aquí hay un poco de todo. No será un lugar demasiado original ni distinto, pero acaso si lo suficientemente entretenido como para que tengan ganas de volver.

27 de noviembre de 2013

SEMANA DE CAMINATAS o EN LA PLAZA NO SE CONSIGUE NOVIA. By Federico Princich


Día 1
Finalmente me decidí. Largué temprano la oficina y me fui a casa dispuesto a salir a caminar. Me disfrace de deportista lo mejor que pude y como estoy cerca de la plaza, para  ese rumbo tomé. Me fui caminando.
Error de principiante. En la esquina del Obispado – dos cuadras y media de casa- me demoré un par de minutos dando unos saltitos tipo boxeador; cualquiera que mirara de afuera podría suponer que estaba entrando en calor. En realidad estaba haciendo dos cosas: Tomando aire y esperando a que viniera alguna fémina a la que seguir para no hacer tan monótona la caminata. Y en eso viene. Rubia, modelo de almanaque de gomería, enfundada en unas calzas blancas que quitaban el  aire. Venía en cuarta y así como venía tomó la curva. Hice chirriar las llantas y arranqué. Cinco pasos atrás y a la izquierda para mantener la perspectiva. Me costó acomodarme al ritmo, casi tuve que trotar al principio, finalmente creí encontrar un tranco más o menos decente para mantener la posición. A las tres cuadras me llevaba cincuenta metros  la hija de puta, y mi reserva de oxigeno me indicaba que no llegaría a la esquina del Super Cáceres sin desmayarme. En eso veo que una morocha que con una vuelta más pasaba a las ligas de veteranos, pero que todavía estaba jugando en primera, se deja pasar por la susodicha rubia.
Con el resto de oxígeno y rechinando los dientes, logré ponerme a una distancia, si no optima, por lo menos, prudencial como para observar con bastante detalles los vaivenes de la caminante. Esta me duró un poco más. Cinco cuadras largas, por lo menos. Intente repetir el procedimiento: La dejé ir y comencé a buscar un objetivo más razonable y acorde.
No me fue bien. Lo que quedaba eran, una señora o señorita, no sé, que ni caminando hasta Resistencia lograría adelgazar a niveles razonables y una viejecilla que estaba allí por prescripción geriátrica. 
Pero hombre de recursos y de lógica me dije: Pues si no puedes alcanzar, déjate alcanzar…
Y bajé un cambio. Pronto tuve que volver a subirlo.
Lo que me alcanzo era un gordo, con pinta de Cacho el Camionero, con una remera cortona que le dejaba ver un abdomen mucho más grande que el mío. No solo no era grato a la vista sino que además era toda una vergüenza dejarse alcanzar por semejante ejemplar.
Acudió a mí, como siempre, la diosa fortuna. Ya con dos giros corridos, en la esquina del Colegio Nacional se incorpora al pelotón de circulantes una señora, si bien tenía sus años – cuarenta y tres le calculé- y algunos gramos de más, muy poquitos, no estaba pasada de rollos ni mucho menos para jubilarse en las huestes de Afrodita.  Se ve que venía fresca por que arrancó a fondo, pero yo ya estaba con el cuerpo caliente y un poco más canchero para los atajos y esas cosas con las que uno se hace trampa cuando camina. Además al poco tiempo, un oportuno mensaje de texto en su celular la obligó a contestarlo mientras marchaba con lo que lógicamente disminuyó bastante el ritmo de marcha. Para cuando terminó  sus devaneos telefónicos, yo ya estaba en la cuarta vuelta  a la plaza,  me despegué del pelotón y rumbee a parque cerrado por Sarmiento.  Allí me di cuenta de cuanto necesitaba mi auto para irme  a casa. Llegué  casi arrastrándome, pero llegué.
Y acá estoy para contarlo… Comencé la dieta, Cabrones !!!.... Y afuera es Lunes !!!

Día 2
Dispuesto a no aflojarle un tranco de gallo, nuevamente me calce las llantas compuesto blando  y salí a pista. Se ve que los martes comienzan las pruebas de clasificación, porque la pista estaba mucho más poblada que ayer.  Rápidamente me enruté en un pelotón de Turismo Carretera todos más o menos gordos como yo y de idéntica velocidad crucero. Eran como cinco o seis y se ve que se conocían por que hablaban de no se teorías conspirativas de los chorizos contra el  fenolfibrato micronizado y no sé qué otras cuestiones análogas. 
Camuflado en el montón di dos vueltas, hasta que, ya con motor caliente, divise unas decenas de metros adelante un pelotón de otra categoría que de lejos prometía más adrenalina, así que en una curva les gané la cuerda, aceleré y los perdí.
El otro resulto un pelotón variopinto de señoras de cilindradas diversa que más que afinar motor y carrocería parecían estar pasándose recetas de cocina y técnicas novedosas para el mantenimiento del hogar.
La verdad es que entre ambas experiencias, ya llevaba tres vueltas a la pista.
Era hora de repostar, de modo que me detuve en boxes y simulando algunos ejercicios de elongación fui recuperando aire y aproveché para mirar la pista…
Allí hice dos descubrimientos importantes. 
a. Los que caminan en la Plaza San Martin son muchos
b. No sé por qué extraña razón, todos los que caminan lo hacen en sentido contrario a las agujas del reloj.
Dispuesto a explorar no tanto sus causas sino sus consecuencias, ni hace falta que les diga que al retomar el ritmo lo hice en sentido contrario.
Lo primero que descubrí es que es sumamente grato andar de contramano sin que te digan nada. Solo eso ya justifica el esfuerzo.
Después fui encontrándole cositas interesantes, a saber: 
  1. Te cruzas con todos los demás caminantes. Y dos veces en cada vuelta, lo que tiene también sus bemoles. Con los que andan a tu misma velocidad te  encontrás  siempre a la misma altura, ya sea de un lado o del otro de la plaza.Los que andan más lento, los ves venir cada vez un poco más tarde. Los que te dan ganas de matarlos son esos  hijueputas que te  los cruzas a cada rato. No alcanzas a caminar media cuadra y ya los tenés de vuelta enfrente, y los muy chotos encima te hacen  un gesto  canchero como diciendo, bue,  no se lo que te dicen,  pero da rabia. 
  2. No competís con nadie y como ya no tenés la obligación de alcanzar o no dejarte pasar, caminas más tranquilo, regulando el combustible y las llantas.
  3. Desaparece el componente competitivo y eso permite entablar brevísimos diálogos con los demás circulantes. Por ejemplo: A la segunda vuelta, viéndola venir de lejos, prepare mi mejor perfil y con una sonrisa cancherona le hice seña de luces a una cupecita deportiva que circulaba fuera de competencia. Fuera de todo pronóstico, a la vuelta siguiente me devolvió las señales, y con una sonrisa bien amplia. No alcanzó para mucho, pero bueno, algo es algo. 
Finalmente con dos vueltas de más y el combustible agotado, rumbee a parque cerrado. Llegue bastante bien. Sigo con la dieta y afuera es Martes, Cabrones !

Día 3
Estimo que hoy era día de ensayo, no de pruebas clasificatorias, y aunque había un par que parecía que estaban haciendo las pruebas de tanque lleno, en general el circuito estaba muy tranquilo.
Comencé mis giros como siempre, en Sarmiento y España.
Lento, sin exigir la máquina, controlando todos los parámetros: La planta motriz al parecer bastante bien, sin taquicardias, aumentos desmesurados del ritmo cardiaco, oxígeno a ritmo normal. Donde se presentaron problemás fueron en los trenes de rodamientos. Un tobillo comenzaba a hacer notar el esfuerzo al que estaba siendo sometido y la pantorrilla derecha amenazaba con plantarse. 
Y era la primera vuelta.
No iba ir a boxes por eso, así que tome por el lado externo de la pista y me dispuse a circular a un ritmo moderado y detectar todas las fallas.
Sin dudas las piernas no estaban para un esfuerzo muy sostenido, pero se bancaron dos giros completos.  El calor de la tarde noche también incidió para que se desgastara prematuramente  los neumáticos, así que hubo nomás que hacer una parada técnica y rumbee para los boxes,  donde tomé un poco de  aire, repuse combustible, elongué un poco y cuando estimé que me bancaba el resto,  arranque nuevamente.
Pero las fallas técnicas se venían incrementando y frente al Ministerio de Turismo , con cuatro vueltas y media decidí poner proa boxes y abandonando la pista me metí por  los senderos internos dispuesto a cortar camino…
Por Dios…Haberlo sabido antes. Era la playa de estacionamiento. Autos deportivos, autos de colección, limousines, había de todo. Y nuevamente un descubrimiento muy interesante: Los perros.
Si señor, los perros, y con ellos, señoritas enfundadas en ropas que deben de ponérselas con calzador, exhibiendo sus tiernos cachorritos, algunos en el regazo, otros de alguna coqueta trailla y hasta un pinche chihuahua en un canasto. Salude a unos cuantos.  Cabrones perros, todos saludan, pero a lengüetazos.
Circulé un rato más y mientras me acercaba a la salida, seguí investigando el tema.
Había sido que también van señores luciendo tremendos perrazos, con muñequera, collares de tachuelas y ropas de cuero, patoteros de diversos calibres. Obviamente a estos se acercan las señoritas que están sin perros. Puse primera y me fui. 
Ya compre un champu, un kilo de gel y una tintura para pelo color celeste. Facundo me parece que algo sospecha, porque apenas me olisqueó cuando llegue y eso que estaba todo babeado.
Tercer dia de caminata… y afuera es Miércoles, Cabrones!

Día 4
Ya dije que venía con problemás en las ruedas y que hoy quería explorar otras sensaciones. 
Gaste la siesta en bañar a Facundo, despulgarlo convenientemente y dejarlo “políticamente correcto” para la tarde. Aun antes de salir, le acomode el copete con abundante gel y lo peiné estilo punk. No me anime a pintarle de celeste el pompón de la cola. Después de todo él no tiene la culpa, pobre perro.
Arrancamos y las dos cuadras y medias desde casa hasta la plaza, una maravilla. El sinvergüenza parece que sabía a dónde íbamos por que se comportó de un modo que hasta parecía entrenado por  César Millán.
Como siempre en España y Sarmiento esta la línea de partida.
Allí empezó otro melón, dijo el ciego al que le dieron zapallo. Desde el Obispado al Colegio Nacional prolija y eficientemente se meo todos los árboles. Cuarenta y siete troncos en total, bien contados. ¿Dónde guardan los perros tanta orina?, porque ninguno quedo sin ser convenientemente marcado.
Finalizado el festival nefrítico comenzó su curiosidad con el mundo que le rodeaba. No lo juzgue peligroso y le solté la correa. Dio un par de vueltas por la zona hasta que encontró un vagabundo que buscaba refugio de la canícula entre unos bancos. Como era más chico le pego la patoteada. Pero la vida te da sorpresas. Evidentemente la calle enseña. Pícaro,  callejero a fin,  salió huyendo y el  “vivo del centro” por detrás. El problema fue que el pinche perrillo, sabía bien para donde huir.  No transcurrieron cuarenta y cinco segundos que Facu transformo su arremetida patoteril  en un tremendo avance a retaguardia, huyendo despavorido de tres  modillones poco amistosos dispuestos a cenar carne. Valiente el HDP se refugió entre mis piernas. Le calcé la correa y me di cuenta que solo había recorrido dos miserables cuadras y había gastado casi el doble del tiempo que habitualmente empleo para dar dos vueltas.
Con un par de patadones lo obligué a caminar de la trailla. No sé por qué extraña metamorfosis el chucho comenzó a tirar de la correa, me llevaba casi a trote. Supongo yo que el tipo se habría dado cuenta que me había hecho perder mucho tiempo son sus necesidades renales y su pelea callejera. El asunto es que me hizo dar casi tres vueltas a la plaza sin descanso y a un ritmo que ni en mis días de automovilista lo había logrado.
Ya en la cuarta vuelta, frente al Instituto de bellas artes se vuelve a encontrar con un atorrante.
No sé cómo funciona  eso de olerse el culo. Es un enigma. Lo juro. Qué extraña relación tendrán esos olores con la amistad. Vaya uno a saber. El caso es que se hicieron amigos, se correteaban entre ellos, se revolcaban, estaban felices, hasta que… ay, ay,  ay… un gato.Quieren decirme qué carajos haría un puto gato en una plaza infestada de perros? Pero allí estaba, cruzando frente a los hocicos de este par de cabrones que al verlo cargaron al estilo Pickett en la batalla de Gettysburg .
Salí a las disparadas detrás del trío de perseguidores y perseguido tratando de no perder de vista, por lo menos a mi soldado. Pero no. No hubo caso. Negro en la noche, que quieren que haga. Tardé quince segundos en no verlo más. Corriendo llegue a la zona del laguito, que era el rumbo que me pareció que tomaron.  Cuando lo vi me quería morir. Vaya a saber cómo, el maldito caniche estaba tratando de salir del lago nadando desesperado contra el bordecito alto que da hacia la calle Uriburu.Lo saqué. Dejé que se sacuda antes de matarlo. De paso recuperaba el aire… la puta madre… corrí dos cuadras. Repuesto del sofocón dediqué mi atención al desgraciado Facundo. Feliz el hijo de puta, todo mojado y con dos metros de lengua afuera. Mis esperanzas de entablar conversa con alguna fémina, impresionarla con el peinado punk de mi perro, o con alguna monería que sabe hace, se fueron al carajo. Le puse la correa y pueden creer que allí se me empacó. Se sentó y se negó a caminar un paso más. Los que lo conocieron saben que el muy turro me usaba de medio de movilidad. Se sube a mis espaldas y allí viaja, como una mochila. Pues eso fue lo que hizo. Lo cargue a mis espaldas y nos fuimos al hogar, al que llegue cansado, malhumorado, mojado y sucio y con el brazo derecho medio metro más largo.
Ah, el total recorrido fue el mismo de todos los días: 5.500 metros, pero ni loco vuelvo con el perro. Mañana hay pruebas de clasificación. Creo que retomare el automovilismo.
Siguen las caminatas y afuera es Jueves… ¡Cabrones!

Dia 5
Y llego Viernes.
Después de mi desastrosa experiencia máscoteril de la víspera, volví a lo más fácil: me calcé las Flecha y partí.Como siempre las dos cuadras y media de casa a la plaza  sirvieron para calentar motores y gomás, aunque en un día como hoy eso  es una desmesura. Uno ya sale caliente. Llegando a la plaza, frente el Obispado, el Emperador de los Panchos, sonriente me saluda y me dice “Que le vendo Jefe”. Le másculle una puteada  por lo bajo . “Culpa tuya estoy acá hijueputa”, pero no me escuchó. Ahí nomás estaba la grilla de partida, puse primera y me fui. Nadie me aviso que viernes era dia de Karting. Carritos, cochecitos, triciclos, patinetas, monopatines…Dios mío me dije, acá tengo que andar con cuidado o va a ocurrir un accidente…Por el lado de la pista me fui esquivando párvulos  con la esperanza de encontrar algún pelotón de pisteros en serio.
Pero no.
Se ve que los cuarenta y tres de sensación térmica acobarda al más valiente.
Ningún mísero gordo caminando. Solo los F1 de siempre, esos odiosos que te pasan al lado corriendo sin siquiera respirar. A la tercera vuelta recién en España y Fontana, una pechugona de esforzados breteles prometía algo de adrenalina, pero la muy cabrona abandonó la pista en Nueve de Julio.
Hice una parada técnica en boxes y salí para la última vuelta. En Fontana y Uriburu se me ocurrió una idea: Saludarlo al General. Quedaría pintoresco, paso redoblado, saludo uno y en vista derecha. O izquierda. Venía cavilando: ¿A cuál de los dos? Para colmo están enfrentados, como acusándose mutuamente. No me resolvía a quien hacerle el saludo, cuando me lleve puesto un chabón de pulcra camisa blanca y corbata. 
¡Aleluya!, me gritó
¡Descansa en paz! , le respondí y seguí mi marcha, presuroso.
Después me di cuenta que no era la respuesta correcta, pero ya era tarde… Llegué a la meta, y partí raudamente a Parque Cerrado. 
Quinto día de caminata y afuera hace un viernes lobizonero de puta madre, estoy igual de gordo, no cosegui novia, sigo soltero y hoy me como un asado con los muchachos.
Que el médico se encargue el lunes de bajarme el colesterol.

23 de noviembre de 2013

Músicos Granguardinos. Por Federico Princich

Aprovechando la cercanía de los festejos aun calientes por el día de la música, invocando a Santa Cecilia, patrona de los musiqueros, hago un repaso a modo de homenaje a los músiqueros que dió Gran Guardia a travez de todos los tiempos.
Seguro que  algunos no van a estar y pido disculpas de antemano. A los mas viejos no los conocí y a los mas jóvenes todavía no los conozco. Allá nos vamos!
Un lugar importante sin dudas lo tiene Don Chicho Ortiz. Fue uno de los primeros ejecutantes de acordeón que yo recuerdo. Si bien no tenía un conjunto formado de manera estable estable, se reunía con guitarreros y musiqueros y enseguida conseguía orquesta. Lo vi animando bailes en la Pista de Don Manuel Maldonado, de Don Santos Nuñez y en Iboty Porá. Lo solían invitar para las yerras y santeadas.
Teodoro Gómez y Román Rolón
Estaban también los Gómez. Eran varios hermanos. Teodoro y Herminio Gomez formaban un duo de canto y guitarra mas o menos estable, y se sumaban a cualquier acordeonista o bandoneonista. Completaba ese grupo otro guitarrero, Felipe Garcia, o simplemente Felipe Toro y un personaje que no se el nombre, pero le decian "Corochire", que tocaba el contrabajo.
En una época formaron un conjunto que integraban en bandoneon Pedro "Pilú" Bogarin, en acordeon Oscar "Laco" Gamarra, guitarra y  primera voz Felipe Garcia, guitarra y segunda voz,  Zacarias Cabral y la primera guitarra de Teodoro Gomez.
Los hijos de Don Teodoro, Nito y Catalino también andan en el camino de la música y creo que un hijo de Damian Jaquet también.
Don Damian Jaquet fue un acordeonista y el bandoneonista popularmente conocido como "Gato". Muchos años formó conjunto con los Gómez. Tocaba horas enteras, a veces se quedaba semidormido sobre su instrumento hasta que alguien le tocaba el hombro y alli nomas arrancaba con un chamamé.
Los hijos de Teodoro Gómez, Nito y Catalino también andan en el camino de la música y creo que un hijo de Damian Jaquet también.
Don Damian Jaquet fue un acordeonista y el bandoneonista popularmente conocido como "Gato". Muchos años formó conjunto con los Gómez. Tocaba horas enteras, a veces se quedaba semidormido sobre su instrumento hasta que alguien le tocaba el hombro y alli nomas arrancaba con un chamamé.
Fernando Benítez
Otro grupo musiquero eran los Benitez, los hermanos de Chulo. Especialmente Fernando, que ejecutaba en bandoneón. Familiarmente y entre amigos le decian Pelé. En la actualidad tiene un grupo chamamecero en Buenos Aires, "anima bailes y conocido en la región", como Cantalicio.
No se el nombre, pero uno de los hijos de Tilo Penayo es musico en el conjunto Los Campiriños o algo asi, un grupo chamame maceta al estilo los Yboty.
En El Quebranto estaba Román Rolón, que incluso llego a formar conjunto con los hermanos Pablo y Neri Ruiz Diaz. Recorrieron casi todas las pistas de la provincia, en la época de las grandes bailantas.
Laco Gamarra
Si bien se fueron del pago muy tempranamente, dos acordeonistas merecen mención: Don Laco Gamarra, el popular "Cigueña", que aún trabaja en la Secretaria de Servicios Públicos de la Municipalidad de Formosa, donde es famoso musiquero estable de todos los almuerzos y Don Valentín Fernandez, el "Colorado Fernandez" o el popular "Chipa Guazu", también acordeonista conocido de varios conjuntos chamameceros de la provincia.
Tambien en las colonias y por los años 50, sonaba el bandoneón de Pedro "Quelio" Marighetti, hijo de Don José, fallecido muy joven, normalmente acompañado en guitarra por Santiago Princich.
Los más viejos aún recuerdan haber bailado con su música. Santiago Princich era un músico serril extraordinario.Imposible de acompañar.  Silbaba con una musicalidad difícil de explicar, ejecutaba armónica, guitarra, bandoneón y acordeón, todos con un estilo muy personal y sin acompañamiento.
Santiago Princich
Quelio Marighetti y Santiago Princich
Ya que estamos en las colonias, debemos mencionar a uno de los hijos de don Benedicto Orrego, creo que se llama Antonio o Nito, que ejecuta el acordeon. En Loma Clavel estaba y este es de los viejos viejos, Don Enciso, el "Encho", se que habia sido guitarrero de Valentin Fernández.


Ya mas cercanos en el tiempo y del pueblo, Gaspar Arguello fue un amigo entusiasta de la música de esencia folklórica, tocaba la guitarra y había formado un conjunto con su hermano Juan Ramon "Papi" Arguello, Miguel Vera, Antonio Gonzalez y Ramon Torres.

Juan Capra y Nito Gómez
Juan Capra, no se si alguna vez formo un conjunto estable, pero es un excelente ejecutante del bandoneón y cultor de la música chamamecera.
Ya en estos dias Nito Gomez, hijo de Teodoro Gomez, con su Grupo Litoral Formosa, en plena producción y desarrollo de su trabajo en bailes y fiestas familiares de la región. 
Juan De Madariaga, si bien no actúa públicamente, es un excelente cantor y ejecutante de guitarra, al igual que Nelson Fernandez, oficial de policia, he hijo de Don Tony Fernandez y de Doña Delia Villamayor, quien integro un grupo que se llamo Templanza y además compuso una pieza que se llama Zamba para Gran Guardia.
Raul Bruno, hijo del pueblo y recientemente integrante del ascendente Grupo Chircal, preparandose en estos momentos para la temporada de verano seguramente en Cosquin y finalmente, Lazaro Caballero Moreno, popularmente conocido como "Lazarito", artista ya consagrado a nivel nacional, con una propuesta musical interesante y bien trabajada que le permite recorrer los mejores escenarios del pais.
Para todos ellos este humilde recordatorio a modo de  homenaje.
Lazaro Caballero Moreno y el Grupo Chircal, con Raul Bruno

BAJAR CD
Templanza - Tierra del viento norte.RAR







LISTA DE TEMAS
1.      De amores tuyos 
2.      El marucho 
3.      La de Gran Guardia 
4.      La mataca ollera 
5.      La Telesita 
6.      Le falto una yapa 
7.      Pañuelo de amor 
8.      Tierra del viento norte 
9.      Venite para Formosa 
10.  Zamba del orejero

LETRA DE LA ZAMBA LA DE GRAN GUARDIA


Quisiera ser la tierrita
que juguetea en el viento,
peinar los algarrobales,
mientras remonto mi vuelo
y así llegar a mi pueblo
y destapar mil recuerdos

Con el suspiro cansado,
llegarme de tardecita
saludaré a los amigos
pasearé por su placita
Iré buscando recuerdos,
por tus viejas callecitas

Adentro de un horno de barro
se queman viejos recuerdos
nostalgias de esas reuniones
cuando aún estaba el abuelo
estoy llegando a Gran Guardia
que no pase nunca el tiempo

Despacito y con constancia
es gente de andar lento
como haciéndose a un costado
para que les pase el tiempo
para que se van a apurar
a todos nos llega el momento

Ya se ha ido doña Juana, mi abuela
con su naquito hacia el cielo
también Pitó Madariaga
doña Julia Caballero
hoy se suman tantos nombres
que en Gran Guardia son eternos.

Adentro de un horno de barro
se queman viejos recuerdos
nostalgias de esas reuniones
cuando aún estaba el abuelo
estoy llegando a Gran Guardia
que no pase nunca el tiempo