Pero hay que ser inteligente para preverlas, sensible para entenderlas, audaz para vivirlas, talentoso para aguantarlas y sobre todo, valiente para contarlas.
Es por eso siempre habrá un cuento, un poema, una historia sublime, que estará a punto de revelársenos pero que no escribiremos nunca: Son las crónicas de nuestra propia cobardía.
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