A veces lloramos y es buena cosa pues las lágrimas rara vez hacen mal.
Son desahogo, catarsis, liberación.
Representan la forma simple de expresar la impotencia de saberse no autónomo ni suficiente.
Es confesión de franqueza que esconde el acto de humildad de quien reconoce que llegó a una encrucijada
Cuando el dolor campea, y el alma se arrebuja en el fondo de los sesos hecha un ovillo, los ojos dicen lo que la boca no consigue articular en palabras.
Y asi como hay lágrimas de dolor, también lágrimas de alegría
incontenible restallan con una carcajada y lágrimas de tristeza inundan
una tarde de nostalgias en un domingo por llover y silenciosas lágrimas
de ternura y paz que lavan el rostro de una madre primeriza acunando su
sueño de nueve lunas y lágrimas de gratitud por un elogio realizado en
el momento preciso,y lágrimas de esperanza y lágrimas de inocencia.
Y las otras.
Las de la bronca contenida en la envidia de no tener lo que tiene el
próximo, las de la frustración por no haber conseguido lo que se quería,
la de la víbora que enceguecida y bravía, muerde su propia carne sin
antídotos
Hay quienes lloran por cualquier cosa y quienes tienen vergüenza de llorar.
A veces llorar es la única cosa decente que puede hacerse.
Tengo un gran respeto por las lagrimas y a menudo las emociones me
humedecen los anteojos y desdibujan los contornos de mi entorno.
Una melodía sublime, una historia bien concebida, un texto bien logrado,
una pincelada genial, un verso generoso, se aplaude con lagrimas.
Ademas yo creo que pocas cosas existen mas estremecedoras que una
persona llorando en paz, sin especulaciones, escándalos ni estridencias.
De las cosas más bonitas que conozco, una es la sonrisa de un niño y
otra es la lágrima silenciosa de alguien que quiere comenzar de nuevo.
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