DEL DOLOR A LA GUARDIANA
El dolor tejió su tela de araña y congeló su sangre
Y en mi sangre, cristalizó una lágrima
y ayuno de tolerancias, plantó batallas necias
de orgullo y de distancia
Un poncho que alguna vez tuvo color de olvido
me acaloró el recuerdo,
y un rancho con olor de tiempo y lilas,
estremeció la alquimia del retorno,
que saludó alegre un ronronoso picaflor,
robando el néctar de mis limas.
Me vi sólo, sobrecogido, callado,
ante el tiritar misterioso de
los montes,
con sus cejas pobladas de lapachos
y formidables bostezos de picadas.
Y frente al sol del oeste,
herrumbrando los contornos
y el tero botón que me saturó de gritos,
y los siriríes canturreando en lo alto
la vuelta al dormidero, se completó el esbozo
Y en la entre luz avara del ocaso,
empecinado en robarle un segundo mas,
a la noche y sus luciérnagas,
la pulsión unánime del regreso
la pulsión unánime del regreso
me lleno de sueños nuevos,
y decidí anidar en su regazo .
Una casa de barro, elemental y
remozada,
cobró súbita fuerza
y su imagen poderosa de guitarra
y su imagen poderosa de guitarra
fue maestra de una escuela de silencios,
y patíbulo de viejos prejuicios,
y cuna y prosapia de libertades sanas
y cuna y prosapia de libertades sanas
Y con arrullo de siestas de zorzales cantarines
y conciertos matinales en solo de charatas,
escuchando el eco remoto
de las balas citadinas,
de las balas citadinas,
me vi buscando mi mejor poema.
mi canto de alabanzas.
mi canto de alabanzas.
Ese que no he escrito nunca,
el que no escribiré jamás,
Esa búsqueda, esa meta,
ese horizonte y mas allá
el que no escribiré jamás,
Esa búsqueda, esa meta,
ese horizonte y mas allá
Porque la vida es río,
es agua que llega, pasa y se va,
es agua que llega, pasa y se va,
porque el placer esta en la marcha
En el pináculo solo hay frío y soledad
Y fue entonces aquel sueño,
en el que sin apegos y sin temores,
millonario en tiempo, tributado en paz
llegó a mi sin que lo llame,
el momento de arrullar la yunta,
de cobijar su eternidad.
el momento de arrullar la yunta,
de cobijar su eternidad.
Y desde el sabor de miel silvestre,
jaleas, pan casero y tatacuá
nacer de nuevo cada día, cada mañana,
todos los días,
por la suma de los días,
toda la vida,
en la paz sutil y diáfana de un hogar,
La paz de la Guardiana, la guardiana de mi paz.Formosa, 26 de setiembre de 2014
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