hacia un horizonte de silencios
hasta encontrar
la metáfora de un hombre.
Allí estaba.
Sentado.
En un banco de plaza.
Solito.
Chiquito.
Desolado.
Tenía mi rostro.
No sé por qué,
hice lo mismo que los demás.
Yo también lo dejé solo.(De Crónicas Granguardinas)
VENGO
Vengo para levantarme
sobre las ruinas de mis silencios,
en paz con mis contradicciones,
conviviendo en los infinitos espacios del pensamiento,
con las razones, aun las que no comprendo.
Más con ellas.
Vengo para redimir mis emociones
sobre los cimientos profundos de mis propios preconceptos,
y a buscar la gracia de una vida libre,
sin los fantasmas cobardes del intelecto.
No sé si puedo.
Vengo para denunciar los miedos,
y las penas de miserables seres de humo,
que paralizados en la solemnidad de la estatua,
envenenan el olor, el calor y el color de la vida
latiendo en las pantallas
cataratas onanistas de bastones demenciales
e infames farsas
Vengo para ser la sublime
y paradójica pretensión de la nada,
de ser solo nada,
con vocación de todo
poniendo el horizonte en la marcha
escalar y bajar al valle de la paz.
y volver a empezar.
Vengo por la soledad más completa,
donde dejaré de hacerme cargo de los que no se hacen cargo
a decidir mi escepticismo,
el punto más cercano al anonimato y sus privilegios.
O tal vez del letargo.
El necesario para soñar un mundo diferente,
mas niño, más gracioso, más liviano, más divertido,
donde los amantes amen por amar,
no se corten árboles para hacer casitas para los pájaros
y las flores le calmen la pobreza a las casas de la cuadra.
21/7/2014
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