Por algunos
detalles mínimos puede sospecharse de alguna espesura en los andurriales
granguardinos.
Fue de noche.
El primero en
llegar fue un Motoquero, con una clásica campera de cuero y gafas oscuras. Tal
vez por ser nuevo en estas cuestiones no deseaba perderse ningún detalle, o
acaso quería ahorrarse las presentaciones. Buscó un lugar para sentarse
dispuesto a esperar.
Luego apareció la Novia. Como es usual,
vestía de blanco y lucía su giocondina sonrisa. Saludó con afectada timidez.
Se oyó un estruendo
de cadenas y aleteos de pájaros precediendo el arribo de un ente de formas
indefinidas que luego de evolucionar ruidosamente en torno a los asistentes fue
corporizándose lentamente, hasta asumir un aspecto casi humano. Claramente se
notaba que estaba presumiendo. Se presentó como delegado de las Poras de la
región.
Hubo un
chisporroteo psicodélico y apareció la Luz
Mala. Saludo con despreocupada solvencia y se sentó en un
rincón desde donde arrojaba una suave
iridiscencia que iluminaba tenuemente el momento y aunque la mayoría preferiría
las oscuridades nocturnales, nadie dijo nada.
Se escucharon los
relinchos de un potrillo, el piar de pollitos y finalmente un silbido suave y
largo antes de que apareciera el Pombero, con su raído sombrero pirí y su
cigarro po guazú. Gruñó un saludo y no esperó respuesta para sentarse sobre un
tronco desde donde continuó alternando sus sonidos habituales.
Precedido de un
largo aullido perruno hizo su entrada a la asamblea un hombre flaco, apestoso y
de apariencia desagradable. Dio unas vueltas como buscando algo y luego se
tendió y comenzó a revolcarse mientras iba metamorfoseándose en una especie de
perro, o acaso lobo. El Lobisón era un maestro de la aparatosidad.
El Yasÿ Yateré
llegó casi merodeando, como es habitual
en él. Miró a la polifacética rueda, saludó escuetamente, preguntó alguna
trivialidad de compromiso y se sentó en una rama caída, a esperar, como los
demás.
A la Parca apenas si se la notó
llegar. Su sigilo y parsimonia habitual y acaso el hecho de saberse diferente
hacían innecesario mayor fasto. Saludó de buenas maneras, dejo la guadaña
recostada en un árbol, y se sentó, no lejos del Motoquero, con el que entretuvo
conversando, tal vez de su no tan lejano primer encuentro.
Se escuchó el jolgorio típico que produce el
reencuentro de una familia después de años sin verse y aparecieron Tau y
Queraná, el matrimonio maldito de los antiguos guaraníes y cinco de sus siete
hijos: Tejú Jaguá, Mboi Tu'í, Moñai, Kurupí y Ao Ao. El saludo con Yasÿ Yateré
y Luisón, denotó que eran de la misma familia. A los demás apenas si saludaron.
Acaso se sentían fuera de su territorio o quizás no conocían el idioma.
El Alma Mula y uno
que se presentó como Músico Salamanquero llegaron apurados. Medrosos, dijeron
que llegaban del oeste y con fines apenas exploratorios, pues poco y nada
conocían de estos pagos. Relámpagos, truenos y un apestoso tufo a azufre
invadió el lugar apenas un instante antes de que un aparatoso cortejo hiciera
su presentación. Un enano, a voz de cuello, los anunciaba a medida de que iban
entrando al conciliábulo: Asmodeo, Mefistófeles, Lucifer, Satanás… El Ángel Caído y su corte del Tártaro habían
llegado. Con arrogancia preguntó si estaban todos. Uno de la concurrencia dijo
que aun faltaba el Jefe y no les quedó más remedio que mezclarse entre los
demás y tratar de entablar algunas de esas fastidiosas conversaciones de
compromiso.
Llegaron algunos
más. Cada uno hizo su presentación lo mas espectacular posible, conforme a sus
características y atributos.
Luego arribó el
Jefe.
- La paz sea con ustedes- dijo a
modo de saludo.
- Lo hemos mandado a llamar-
dijo uno del montón
-Y si ustedes me llaman es por que están en problemas.
Los escucho.
Pombero fue el
primero en hablar.
-¿Qué esta pasando? Nadie me da pelota. Antes, en la
cumbrera de cualquier rancho encontraba tabaco o caña. Ahora naqueo los puchos
que tiran las viejas. Los otros días sacaron al patio de un rancho una caja
negra con un espejo que refleja cosas de noche y ahí estaban todos mirándola,
hasta que a un melenudo se le ocurrió comer un asado a las once de la noche.
Hicieron fuego en el horno. Me salvé de pedos de quedar chamuscado para todo el
viaje.
- Eso no es nada- , terció Yasÿ
Yateré. - La otra siesta, en temporada de
guabiyú, me fui a investigar por que no iban los mitaí a comer la fruta y
encontré como veinte en un almacén, todos sentados mirando una caja como la que
dice acá el amigo. Entré, me senté entre ellos, anduve un rato por ahí y nadie
siquiera se dio cuenta. Estaban todos embelezados con esa cosa.
–Y yo- dijo el Lobisón… Yo que vengo desde el fondo de la historia,
que acompaño al hombre desde que dejó de vagabundear por las praderas y miren
lo que pasa. Investigué la caja negra esa. La llaman televisor. Un viernes a la
noche, me puse a espiar uno desde una ventana y vi a uno de los nuestros
jugando un juego que llamaban baloncesto. La reputa, un hombre lobo jugando a
la pelota con los humanos... Hay que dejarse de joder.
La corte del Averno
expreso su postura por boca del propio Satán.
- Nuestro negocio se viene abajo. Ya no se puede comprar
ningún alma. Ya no podemos vender nada. Acá están casi todos condenados y no
tiene gracia comprar lo que ya es de uno, y los pocos piadosos que quedan o no
les interesa tener habilidades especiales o son discípulos de Freud y están en
paz con su conciencia. Los pactos son tomados para la joda, cualquier
pelafustán denuncia el acuerdo. Uno que teníamos acá en la zona, nos jodió y
encima lo cuenta en los mostradores para hacerse pagar el trago…
La de guadaña,
apenas se dejo oír.
- Tengo mas años que todos ustedes, yo si que acompaño al
hombre desde siempre, y de verdad, no me quejo. De por ahí me toca algo difícil
o rebuscado o algún alma mañera pero son gajes del oficio. Los otros días
perseguí a una vieja casi todo el día y no la pude alcanzar, pero ya le va a
tocar. Yo soy eterna. Ella no.
La Luz Mala expreso su desagrado, casi con simpatía.
- Cada día se me hace más difícil ser creíble. Y eso que,
siendo vieja, me las ingenio para estar actualizada. Fíjense… me tengo que
disfrazar para andar un poco mejor. De tren, de automóvil, de moto, de plato
volador, de cualquier cosa. Pero aun así esta mal la cosa. Últimamente la
estoy peleando con un conchabo de
seguridad de unos cuentos de tesoros enterrados. Es re divertido, por que basta
que alguien diga allá hay, para que un batallón de estúpidos se ponga a hacer
hoyos en cualquier parte, pero la cosa no va. No va…
Casi todos se
quejaron en idéntico sentido; de que no solo ya no se les tienen miedo y les
faltan el respeto, sino que casi ni siquiera se los recuerda. Ensayaron algunas
posibles causas y previsibles consecuencias. Algunos asintieron cuando se dijo
que la culpa la tenían los delegados del jefe que retaban a la gente cuando
contaban algún encuentro con alguno de ellos. Otro dijo que la culpa la tenía
la caja del espejo raro y así por el estilo.
Finalmente habló el
Jefe.
Así nomás son las cosas. Nada ocurre sin que yo lo sepa o
lo haya planeado. Tú, Yasÿ Yateré, asustaste extraviando niños, pero para
cuidarlos de peligros mayores, de las víboras, para proteger la naturaleza, los árboles, los
pajarillos; y tú, Lobisón, representas el eterno miedo del hombre a lo desconocido,
a la muerte y les diste respuestas para poder dominarlos. Y tú, Pombero, fuiste
el duende protector de las cosas de mi padre, y aunque te han hecho cargo de
los embarazos incestuosos de todos los tiempos, cumpliste tu rol.
Todos están acá para cumplir con un cometido. Todos están
aquí por que los hombres los necesitaban. Sin ustedes la visión humana del
mundo habría sido distinta, y por lo tanto su trato con él habría sido distinto.
Pero los tiempos se agotan. Hay cosas nuevas, que también
son útiles y necesarias. De la naturaleza se encarga Greenpeace; de los miedos,
los psicólogos, y así por el estilo.
Eso hace que necesariamente vayan siendo reemplazados…
Cuando sientan que se acaban sus días, que ya no los
recuerdan, que no los necesitan, que son desplazados y olvidados, concurran a
casa y se os atenderá, golpeen y se os abrirá, pidan y se os dará y ustedes
tendrán que saber que han cumplido su ciclo, que fueron útiles y necesarios, y
que la evolución necesita otros misterios para seguir adelante.
Antes que ustedes hubieron otros, acaso igual de
importantes y en otros escenarios; dejaron sus nombre en los planetas, en los
días de la semana, en los meses del año pero lo verdaderamente importante es
que se los recuerda siempre.
Siempre habrá una forma de evocarlos y tributarlos, serán
un hito, una referencia de lo importante que fueron.
Regresarán, siempre regresarán, serán eternos e
inmortales, pero ya no como lo que son hoy… tal vez lo hagan en el nombre de un cerro, en
una curva de rio, en una estancia o acaso vivirán en las coplas que cantarán
los cantores del futuro o en algún libro…
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