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Aquí hay un poco de todo. No será un lugar demasiado original ni distinto, pero acaso si lo suficientemente entretenido como para que tengan ganas de volver.

18 de febrero de 2014

La Asamblea - Cuento de Federico Princich. Mención Especial Concurso Literario Provincialización de Formosa - 2012

Las crónicas no registran cuándo y dónde se llevó a cabo.
Por algunos detalles mínimos puede sospecharse de alguna espesura en los andurriales granguardinos.
Fue de noche.
El primero en llegar fue un Motoquero, con una clásica campera de cuero y gafas oscuras. Tal vez por ser nuevo en estas cuestiones no deseaba perderse ningún detalle, o acaso quería ahorrarse las presentaciones. Buscó un lugar para sentarse dispuesto a esperar.
Luego apareció la Novia. Como es usual, vestía de blanco y lucía su giocondina sonrisa. Saludó con afectada timidez.
Se oyó un estruendo de cadenas y aleteos de pájaros precediendo el arribo de un ente de formas indefinidas que luego de evolucionar ruidosamente en torno a los asistentes fue corporizándose lentamente, hasta asumir un aspecto casi humano. Claramente se notaba que estaba presumiendo. Se presentó como delegado de las Poras de la región.
Hubo un chisporroteo psicodélico y apareció la Luz Mala. Saludo con despreocupada solvencia y se sentó en un rincón desde donde arrojaba una  suave iridiscencia que iluminaba tenuemente el momento y aunque la mayoría preferiría las oscuridades nocturnales, nadie dijo nada.
Se escucharon los relinchos de un potrillo, el piar de pollitos y finalmente un silbido suave y largo antes de que apareciera el Pombero, con su raído sombrero pirí y su cigarro po guazú. Gruñó un saludo y no esperó respuesta para sentarse sobre un tronco desde donde continuó alternando sus sonidos habituales.
Precedido de un largo aullido perruno hizo su entrada a la asamblea un hombre flaco, apestoso y de apariencia desagradable. Dio unas vueltas como buscando algo y luego se tendió y comenzó a revolcarse mientras iba metamorfoseándose en una especie de perro, o acaso lobo. El Lobisón era un maestro de la aparatosidad.
El Yasÿ Yateré llegó casi merodeando,  como es habitual en él. Miró a la polifacética rueda, saludó escuetamente, preguntó alguna trivialidad de compromiso y se sentó en una rama caída, a esperar, como los demás.
A la Parca apenas si se la notó llegar. Su sigilo y parsimonia habitual y acaso el hecho de saberse diferente hacían innecesario mayor fasto. Saludó de buenas maneras, dejo la guadaña recostada en un árbol, y se sentó, no lejos del Motoquero, con el que entretuvo conversando, tal vez de su no tan lejano primer encuentro.
Se escuchó el jolgorio típico que produce el reencuentro de una familia después de años sin verse y aparecieron Tau y Queraná, el matrimonio maldito de los antiguos guaraníes y cinco de sus siete hijos: Tejú Jaguá, Mboi Tu'í, Moñai, Kurupí y Ao Ao. El saludo con Yasÿ Yateré y Luisón, denotó que eran de la misma familia. A los demás apenas si saludaron. Acaso se sentían fuera de su territorio o quizás no conocían el idioma.
El Alma Mula y uno que se presentó como Músico Salamanquero llegaron apurados. Medrosos, dijeron que llegaban del oeste y con fines apenas exploratorios, pues poco y nada conocían de estos pagos. Relámpagos, truenos y un apestoso tufo a azufre invadió el lugar apenas un instante antes de que un aparatoso cortejo hiciera su presentación. Un enano, a voz de cuello, los anunciaba a medida de que iban entrando al conciliábulo: Asmodeo, Mefistófeles, Lucifer, Satanás…  El Ángel Caído y su corte del Tártaro habían llegado. Con arrogancia preguntó si estaban todos. Uno de la concurrencia dijo que aun faltaba el Jefe y no les quedó más remedio que mezclarse entre los demás y tratar de entablar algunas de esas fastidiosas conversaciones de compromiso.
Llegaron algunos más. Cada uno hizo su presentación lo mas espectacular posible, conforme a sus características y atributos.
Luego arribó el Jefe.
- La paz sea con ustedes- dijo a modo de saludo.
- Lo hemos mandado a llamar- dijo uno del montón
-Y si ustedes me llaman es por que están en problemas. Los escucho.
Pombero fue el primero en hablar.
-¿Qué esta pasando? Nadie me da pelota. Antes, en la cumbrera de cualquier rancho encontraba tabaco o caña. Ahora naqueo los puchos que tiran las viejas. Los otros días sacaron al patio de un rancho una caja negra con un espejo que refleja cosas de noche y ahí estaban todos mirándola, hasta que a un melenudo se le ocurrió comer un asado a las once de la noche. Hicieron fuego en el horno. Me salvé de pedos de quedar chamuscado para todo el viaje.
- Eso no es nada- , terció Yasÿ Yateré. - La otra siesta, en temporada de guabiyú, me fui a investigar por que no iban los mitaí a comer la fruta y encontré como veinte en un almacén, todos sentados mirando una caja como la que dice acá el amigo. Entré, me senté entre ellos, anduve un rato por ahí y nadie siquiera se dio cuenta. Estaban todos embelezados con esa cosa.
–Y yo- dijo el Lobisón… Yo que vengo desde el fondo de la historia, que acompaño al hombre desde que dejó de vagabundear por las praderas y miren lo que pasa. Investigué la caja negra esa. La llaman televisor. Un viernes a la noche, me puse a espiar uno desde una ventana y vi a uno de los nuestros jugando un juego que llamaban baloncesto. La reputa, un hombre lobo jugando a la pelota con los humanos... Hay que dejarse de joder.
La corte del Averno expreso su postura por boca del propio Satán.
- Nuestro negocio se viene abajo. Ya no se puede comprar ningún alma. Ya no podemos vender nada. Acá están casi todos condenados y no tiene gracia comprar lo que ya es de uno, y los pocos piadosos que quedan o no les interesa tener habilidades especiales o son discípulos de Freud y están en paz con su conciencia. Los pactos son tomados para la joda, cualquier pelafustán denuncia el acuerdo. Uno que teníamos acá en la zona, nos jodió y encima lo cuenta en los mostradores para hacerse pagar el trago…
La de guadaña, apenas se dejo oír.
- Tengo mas años que todos ustedes, yo si que acompaño al hombre desde siempre, y de verdad, no me quejo. De por ahí me toca algo difícil o rebuscado o algún alma mañera pero son gajes del oficio. Los otros días perseguí a una vieja casi todo el día y no la pude alcanzar, pero ya le va a tocar. Yo soy eterna. Ella no.
La Luz Mala expreso su desagrado, casi con simpatía.
- Cada día se me hace más difícil ser creíble. Y eso que, siendo vieja, me las ingenio para estar actualizada. Fíjense… me tengo que disfrazar para andar un poco mejor. De tren, de automóvil, de moto, de plato volador, de cualquier cosa. Pero aun así esta mal la cosa. Últimamente la estoy  peleando con un conchabo de seguridad de unos cuentos de tesoros enterrados. Es re divertido, por que basta que alguien diga allá hay, para que un batallón de estúpidos se ponga a hacer hoyos en cualquier parte, pero la cosa no va. No va…
Casi todos se quejaron en idéntico sentido; de que no solo ya no se les tienen miedo y les faltan el respeto, sino que casi ni siquiera se los recuerda. Ensayaron algunas posibles causas y previsibles consecuencias. Algunos asintieron cuando se dijo que la culpa la tenían los delegados del jefe que retaban a la gente cuando contaban algún encuentro con alguno de ellos. Otro dijo que la culpa la tenía la caja del espejo raro y así por el estilo.
Finalmente habló el Jefe.
Así nomás son las cosas. Nada ocurre sin que yo lo sepa o lo haya planeado. Tú, Yasÿ Yateré, asustaste extraviando niños, pero para cuidarlos de peligros mayores, de las víboras,  para proteger la naturaleza, los árboles, los pajarillos; y tú, Lobisón, representas el eterno miedo del hombre a lo desconocido, a la muerte y les diste respuestas para poder dominarlos. Y tú, Pombero, fuiste el duende protector de las cosas de mi padre, y aunque te han hecho cargo de los embarazos incestuosos de todos los tiempos, cumpliste tu rol.
Todos están acá para cumplir con un cometido. Todos están aquí por que los hombres los necesitaban. Sin ustedes la visión humana del mundo habría sido distinta, y por lo tanto su trato con él habría sido distinto.
Pero los tiempos se agotan. Hay cosas nuevas, que también son útiles y necesarias. De la naturaleza se encarga Greenpeace; de los miedos, los psicólogos, y así por el estilo.
Eso hace que necesariamente vayan siendo reemplazados…
Cuando sientan que se acaban sus días, que ya no los recuerdan, que no los necesitan, que son desplazados y olvidados, concurran a casa y se os atenderá, golpeen y se os abrirá, pidan y se os dará y ustedes tendrán que saber que han cumplido su ciclo, que fueron útiles y necesarios, y que la evolución necesita otros misterios para seguir adelante.
Antes que ustedes hubieron otros, acaso igual de importantes y en otros escenarios; dejaron sus nombre en los planetas, en los días de la semana, en los meses del año pero lo verdaderamente importante es que se los recuerda siempre.
Siempre habrá una forma de evocarlos y tributarlos, serán un hito, una referencia de lo importante que fueron.
Regresarán, siempre regresarán, serán eternos e inmortales, pero ya no como lo que son hoy…  tal vez lo hagan en el nombre de un cerro, en una curva de rio, en una estancia o acaso vivirán en las coplas que cantarán los cantores del futuro o en algún libro…
-¡Eso! ¡Eso!. ¡Eso es! ¡Un libro! ¡Eso es lo que queremos!- dijeron casi al unísono y comenzó el baile.
La Asamblea, según el caricaturista formoseño, el Maestro Omar Barrionuevo

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