En 1886 —más de una década antes de que Freud se zambullera en las profundidades de la mente humana— Robert Louis Stevenson tuvo un sueño en el que un hombre perseguido por haber cometido un crimen ingiere una pócima y sufre un cambio drástico de personalidad que le hace irreconocible.
Stevenson utilizó la materia prima de este sueño como argumento para escribir su hoy famoso "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
El Dr. Jekyll,... era un manso y esforzado científico, que termina transformándose en el violento y despiadado Mr. Hyde, un personaje cuya maldad no conocía límites
Con el correr de los años el tema de esta novela ha terminado formando parte integral de nuestra cultura popular y no es infrecuente escuchar a personajes de nuestro entorno tratando de explicar su conducta con justificaciones del tipo "no era yo", o silogismos de parecido tenor.
Lo inexorablemente cierto, refrendado por casi todas las teorías psi vigentes en la actualidad es que cada uno de nosotros lleva consigo un Dr. Jekyll y un Mr. Hyde, una persona afable en la vida cotidiana y otra entidad oculta y tenebrosa a la que tratamos de ocultar y permanece amordazada por la razón y la consciencia la mayor parte del tiempo.
A veces se escapa.
Y ya saben lo que pasa en esos casos.
El negocio de la propia supervivencia consiste en detectar tempranamente los Mr. Hyde que nos rodean.